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La vigésima tercera edición del DRAE

Como el idioma es una herramienta básica para toda actividad humana, el tecleador está listo para comprar en su lanzamiento el 16 de octubre el tan anunciado XXIII Diccionario de la Lengua Española, que tal vez tendrá un alto precio a juzgar por lo que costaron las obras más recientes de la Real Academia (RAE) editadas a través de su socio comercial, Espasa, editorial famosa por su centenaria enciclopedia de hasta 122 tomos. 

Recordemos que la RAE y sus 21 Academias asociadas se actualizaron con la Nueva gramática de la lengua española (2009), elManual de ésta (2010) y la Ortografía de la lengua española (2010), en tomos caros y poco prácticos para el uso cotidiano, debido a su grosor. 

Y si en su edición XXII (2001) el Diccionario ofrecía en sus 2,368 páginas palabras coloquiales como 'borrachómetro', o ajenas como 'esponsorización', robada del inglés sponsor aunque en español tenemos la más armoniosa 'patrocinio', la XXIII incorpora entre sus 93 mil voces y 200 mil acepciones neologismos impuestos por las actuales tecnologías pero tan feos como 'wasapear' y otros así, que ya están en el habla babélica de mucha gente. Bastante teníamos ya con shot, bullying, voucher y otros términos. 

El nuevo lexicón –conocido como DRAE porque en última instancia sigue siendo el Diccionario de la Real Academia Española–es uno más, pero tal vez el de mayor referencia, entre los de otros autores como Manuel Seco y María Moliner, y el Larousse, que son los preferidos de muchos usuarios. 

Litigio
El contenido de la XXIII edición estuvo vedado al público hasta ahora en que se publica comercialmente con motivo del tercer centenario de la RAE (autorizada por el rey español Felipe V el 3-X-1714), y lo fue con tal celo que inclusive hubo censura para el sitio web gratuito La página del idioma español (elcastellano.org) al que le pidieron que retirara toda alusión a la Academia. 

Como si la lengua no fuera de todos sus hablantes, en 2011 el Grupo Planeta, al que pertenece Espasa, le 'ordenó' al editor de esa página, el lingüista uruguayo Ricardo Soca, que "cese inmediatamente" y "absténgase de utilizar" todo lo relacionado con "la denominación RAE". También le pidió informarle "por escrito, de forma inmediata y completa", cómo hizo el "restablecimiento de la legalidad" y que diera "garantía suficiente de que no volverá a producirse." 

Y es que, aun cuando sólo el diez por ciento de los hispanohablantes del mundo viven en España, para ese país el idioma es "un activo económico y lo desarrolla como producto cultural", como bien lo definió una vez el director de la Academia Mexicana de la Lengua, Jaime Labastida. Algo que México, donde no hay un idioma oficial, no se ha aprovechado. 

En el año que elcastellano.org se vio obligado a retirar los contenidos de la RAE, Planeta facturó 1 772 millones de euros según dato de la Wikipedia. 

Tal vez algo dirá sobre todo esto Ricardo Soca cuando visite México como principal conferencista del Primer Concilio Nacional de Correctores de estilo, que tendrá lugar los días 25 y 26 de octubre en la Biblioteca de México José Vasconcelos (Plaza de la Ciudadela, D.F.). 

Tras la aparición del XXIII DRAE, impreso en buen papel, con elegante empastado, estuche, alto precio y hasta una edición para coleccionistas, la RAE celebrará un simposio internacional sobre el futuro de los diccionarios en la era digital. Por lo pronto la versión de 2001 sí se puede consultar sin costo en la red. 

Este nuevo lexicón sólo contiene un diez por ciento de términos propios de países latinoamericanos y en 2010 las Academias publicaron los demás –unos 70 mil– en un Diccionario de americanismos, por lo que es constante la duda: ¿por qué no existe también un diccionario de españolismos? La RAE debería prepararlo para que, quienes en México ahora tanto escriben 'fútbol' (con tilde), sepan que 'futbol' con sonido grave, es un españolismo. Y como ese, hay decenas de miles más. 

Por el Lic. José Antonio Aspiros