twitter account

El papel de los diccionarios

18/05/2013

David Skinner, The New York TimesCada vez que esto ocurre, me siento como si estuviera en una caricatura de la revista Far Side, de la que soy editor: a veces, un corrector de estilo aparece con un texto en el que alguna palabra viene marcada con un círculo y un comentario al margen: "esta palabra no existe" o "¿esta palabra es real?"En general, en estos casos, el significado de la palabra es perfectamente evidente, y el vocablo en sí es relativamente simple como "incomprable" y pienso que, por supuesto, existe; está allí frente a mi nariz.Algunos lectores plantean su sospecha de manera diferente: "Esta palabra está en el diccionario?" Después de haber pasado mucho tiempo investigando cómo se elaboró un gran diccionario estadounidense, ha cambiado mucho mi idea acerca de lo que implica la presencia (o la ausencia) de un vocablo en el diccionario.No me interpreten mal: me gustan los diccionarios, incluso varios que consulto en línea y los once que están al alcance de mi mano mientras escribo este artículo. Pero mi reciente aventura con la lexicografía me ha dejado un par de ideas para mí nuevas.Una de ellas es que ningún diccionario contiene todas palabras del idioma. Incluso un diccionario integral, completo es abreviado, solo incluye las palabras que sus autores han seleccionado. La ciencia, la medicina y la tecnología generan montones de palabras que nunca llegan a un diccionario general; numerosas palabras extranjeras que aparecen en contextos de inglés suelen quedar fuera. A cada momento se inventan nuevas palabras, ya sea por razones comerciales, para insultar a un enemigo o para divertir a un amigo, pero se desvanecen sin dejar rastros.Otra noción que para mí es nueva es que los usuarios de diccionarios y los propios lexicógrafos que lo elaboran a veces tienen ideas muy diferentes de lo que es un diccionario. Uno puede pensar en él como un código legal para el lenguaje, mientras que el otro lo considera un informe muy parcial. Unos quieren respuestas sin ambigüedad sobre la ortografía, el significado y el uso de la gramática, y el otro se preocupa por la neutralidad: cuanto más responsable es el lexicógrafo, más se cuida de no imponer al lector sus propias nociones de lo correcto y lo incorrecto.A partir de los diccionarios en línea, hemos aprendido que las palabras más buscadas no figuran en el lenguaje cotidiano. En el caso del Merriam-Webster, el más prestigioso hoy en Estados Unidos, las palabras más buscados son holistic, pragmatic, caveat, esoteric y bourgeois. Sin embargo, el objetivo primero de la lexicografía ha sido históricamente informar a los hablantes sobre palabras que ya conocen, algo que los diccionarios modernos hacen bien.Sin embargo, supongamos que una persona es un gran lector y es más bien raro que requiera tal ayuda. El deletreo, más allá de los problemas con palabras poco usadas y nombres propios, brinda informaciones históricas sobre las letras mudas, las consonantes dobles, vocales indistinguibles y otras peculiaridades ortográficas. Tal vez esa persona sea un escritor, un periodista o alguien que se gana la vida escribiendo pero, de vez en cuando, antes de comprometerse con una palabra, le gusta detenerse en ella, observarla y ver qué es lo que el diccionario dice al respecto.El lexicógrafo, que generalmente no tiene demasiado espacio para trabajar, suele reducir las definiciones a los significados esenciales de la palabra, pero uno se puede preguntar si el sentido que es relevante para él lexicógrafo se corresponde con el uso propuesto.Por supuesto, este tipo de consultas a los diccionarios forma parte de nuestra vida intelectual y cultural y nos recuerda los deberes de idioma del colegio ("use esta palabra en una oración") y a las pruebas de vocabulario. . o al entrenamiento en consulta de diccionarios, lo que forma parte nuestro bagaje intelectual y cultural. Pero algunos escritores comprometidos con su trabajo se resisten a seguir al lexicógrafo (sin duda bien informado pero no infalible) y prefieren confiar en su propio criterio. No es que quieran determinar por su cuenta lo que una palabra realmente significa, es que en una palabra hay mucho más para saber que lo que el diccionario nos puede decir. Por ejemplo, para leer ciertos géneros y áreas siempre hay palabras con respecto a las cuales los lexicógrafos deben decidir si las ignoran o las incluyen.A los editores de diccionarios les agrada enviar un comunicado de prensa cada vez que descubren un nuevo término de las ciencias sociales, de la cultura juvenil, de la tecnología o de la política, lo que está muy bien, pero, siguiendo al Webster's encontraremos los usos convencionales. El lenguaje es profundamente convencional, de modo que pocos de nosotros podemos pretender ser innovadores, pero el escritor ambicioso trata de evitar esta limitación. Esto es cierto para textos de anuncios, discursos políticos, obras de no ficción y para la mayoría de los demás tipos de escritura. El periodismo, obviamente, reposa sobre la pretensión de estar siempre entregando algo nuevo. Y lo nuevo debe sonar como nuevo, parecer nuevo y a veces requiere comillas, o, por lo menos, eso es lo que cree el editor.Últimamente he leído Reporting: The Rolling Stone Style, publicado en 1977, que recoge ensayos de los diez primeros años de la revista. Lo que me sorprende es que los reporteros no parecen periodistas especializados que distribuyen información en una comunidad; parecen exploradores que regresan de tierras remotas, embriagados de descubrimientos. Su escritura es para la gente bien informada, sí, pero mucho más para personas que no están tan informadas.Al principio de mi carrera como editor me sentía frustrado por lo que los diccionarios podían decirme acerca de las palabras y su uso. Un diccionario ideal debería presentar una serie de ejemplos de la vida real, elegidos para que sirvieran tanto al profesional como al aficionado, pero mostrando también el habla cotidiana, junto con ejemplos más literarios tomados de los libros, del cine y de la televisión.Con el surgimiento de diccionarios en línea importantes, vemos que algunos se acercan a este ideal, como es el caso de Wordnik y de la nueva versión completa de Merriam-Webster, que proporcionan información en bruto sobre las palabras, lo que permite que los usuarios saquen sus propias conclusiones.Los fines que se proponen los autores de un diccionario raramente son lo que un escritor o periodista necesitan: ayuda básica en el uso de las palabras individuales. Por supuesto, cuando un escritor necesita este tipo de ayuda es fundamental que pueda hallarla. Siempre se debe tener en cuenta que un buen texto puede exceder los límites que las definiciones de un diccionario sugieren. Como bien dijo un lexicógrafo: "No vale la pena escribir dentro de los límites trazados por los diccionarios".