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Obra de inmigrante dominicano gana Premio
Pulitzer

10/04/2008

Diario Libre

Los libros de Junot Díaz describen la dura realidad de los emigrantes hispanoamericanos en Estados Unidos.

SANTO DOMINGO. A pocos días de inaugurarse la Feria Internacional del Libro Santo Domingo 2008, las letras dominicanas acaban de recibir el más alto reconocimiento jamás otorgado: el Premio Pulitzer, en la persona del escritor dominicano radicado en Estados Unidos, Junot Díaz.

El premio, si bien bastante tacaño en cuanto a dotación, apenas 10 mil dólares, es un reconocimiento de los más altos del mundo entero, tanto así que ha sido en muchos casos la antesala del Premio Nobel, como ocurrió con Alice Walker, por ejemplo.

Entra así el dominicano Junot Díaz a un altar en el cual se codea con nombres como William Carlos Williams, William Faulkner, Ernest Hemingway, Tenesse Williams, Arthur Miller, Saul Bellow, Toni Morrison, John Updike, John Steinbeck, Wallace Stevens, William Styron, Sam Shepard, Eugene O'Neil, Sylvia Plath y Norman Mailer, entre otros.

Tres elementos enaltecen el galardón. Uno, que Junot Díaz forma parte activa de las llamadas Letras de Ultramar, modo que se ha encontrado oficialmente para asumir la creación cultural de los dominicanos que han emigrado al cordón umbilical de la patria de una manera coherente, sin ningún tipo de tragedia de política cultural. Dos, que Junot Díaz, con 40 años, puede considerarse un autor joven, y tres, que justamente el galardón es obtenido en obra de ficción por la novela con la cual debuta como escritor "La prodigiosa vida breve de Oscar Wao" ("The Brief Wondrous Life of Oscar Wao").

La noticia se supo ayer lunes, en la tarde, a través de un despacho de Associated Press, en el cual se afirmaba que Díaz llegó a Nueva Jersey a los 7 años y ha dado clases de redacción en la Universidad de Syracuse y el Instituto de Tecnología de Massachussets.

Soñar en dos idiomas

Junot Díaz ha dicho que sueña en dos lenguas. "Lo que yo escribo no es esa cosa desaliñada que llaman spanglish sino una especie de criollo, con palabras y expresiones intercaladas de español", admitió hace poco al periódico español El Mundo. Esa dramática fricción-fusión de su lengua madre y de la lengua que tuvo que aprender a destajo, y que al final se impuso, es decir el inglés, es lo que quizás ha hecho de él "una de las voces más distinguidas e irresistibles de la ficción contemporánea norteamericana" (The New York Times). También se ha dicho de la novela que es "una saga de inmigrantes para los que no leen sagas de inmigrantes".

"Honestamente, pienso que la gente tiene mucha más fe en mí que la que yo mismo me tengo", dijo a Newsweek esta semana en una extensa entrevista.

Junot Díaz se siente más deudor de las letras norteamericanas que de las letras hispanas. Admira a Toni Morrison y a Juan Rulfo, parece que por igual. Este último tuvo que influir de alguna manera en los cuentos de su primer libro "Drown" (publicado en español como "Negocio").

Una novela muerta

"The Secret History" fue una novela que murió el 11 de septiembre con el ataque a las Torres Gemelas. El libro le costaba siete horas nalgas diariamente. Escribió cientos de páginas, pero ninguna era buena, según él. La historia trataba de un psicópata terrorista que destruía Nueva York. La verdad, como ocurre muchas veces, superó lo que la ficción había imaginado, porque las heridas de la ciudad fueron mucho más grandes que la caída de los edificios y las pérdidas humanas.

Tiempo después ganó una beca Guggenheim y se fue a México, de juerga y de escritura: "En el día escribía y escribía y odiaba cada minuto que pasaba, y en las noches bailaba, bebía y era feliz. Como vivir dos vidas en una. En fin, una vez después de una noche de rumba me encontré en la casa de un amigo escuchando música y hablando mierda cuando por casualidad agarré una copia de 'La importancia de llamarse Ernesto' y pronuncié el nombre de Oscar Wilde en dominicano y lo que salió fue Óscar Wao. Me lo repetí como diez veces mentalmente: Óscar Wao, Óscar Wao, Óscar Wao. Un chiste estúpido, pero el nombre se me quedó grabado en la mente, y en la noche, cuando estaba echado en la cama pensando en la chica de la que estaba enamorado, una fresita cuya familia era de Cancún, tuve la visión de un pobre nerd negro y jodido del gueto llamado Óscar Wao", ha escrito. Así nació la novela premiada.