¿Por qué llamamos "N.N." a las personas no identificadas?
Las doce tablas de la ley
En muchas ocasiones habremos visto quizá la expresión latina Nomen nominandum ‘todavía por nombrar’ en documentos, trabajos y programas de eventos. Se utiliza para referirse a una persona que todavía no se conoce, y cuya identidad se revelará más adelante, o cuyo nombre no se quiere indicar por algún motivo.
La expresión deriva de una mala interpretación de la antigua abreviatura N.N. que se utilizaba en la jurisprudencia romana, donde representaba un nombre ficticio que identificaba al demandado: Numerius Negidius.
Porque uno de los principios básicos de la antigua jurisprudencia romana era el de impartir justicia sin tener en cuenta a la persona. Por tanto, el tribunal debía ocuparse de la situación jurídica entre las partes en abstracto y no dejarse influir, en principio, por las actitudes hacia personas concretas.
Por ello a las partes en litigio se las identificaba con nombres ficticios de uso común, en lugar de sus nombres propios. Estos nombres ficticios se utilizaban habitualmente en las consultas a la autoridad superior o a los juristas, y en las correspondientes informaciones y decretos.
Numerius Negidius es el nombre que se utilizaba siempre para el acusado. Se trata de un juego de palabras basado en la posición jurídica del demandado, que deriva de numerare ‘contar, pagar’ y del verbo nego ‘negar’, pudiendo ser traducido por tanto como ‘me niego a pagar’ o ‘el que se niega a pagar’.
El nombre Numerius ya existía en la antigua Roma, aunque nunca fue muy común. Se utilizó sobre todo durante el período de la República Romana, y su forma femenina era Numeria (la diosa del parto). La única familia patricia que uso el nombre regularmente fue la gens Fabia, que comenzó a utilizarlo después de que su único varón superviviente de la batalla de Cremera se casara con la hija de Numerius Otacilius.
Si Numerius Negidius era el nombre asignado al demandado, el demandante recibía el de Aulus Agerius (literalmente ‘Aulo solicita o persigue’). El juez, o un tercero afectado por el litigio, recibía el nombre de Titius o Lucius Titius. No obstante, en todas las actas judiciales estos nombres ficticios solían aparecer en forma abreviada, con sus iniciales. De ahí la confusión posterior con la abreviación N.N.
En español se suele traducir la abreviación como ‘Ningún Nombre’, y en inglés como No Name, ambas interpretaciones equivocadas del original romano, que era ciertamente un nombre falso. Curiosamente en español existen otras variantes, como las procedentes del árabe: Fulano viene del árabe fulān ( فلان), que tiene el mismo sentido que en español, y Mengano de man kān (من كان ) que significa literalmente quien fuese.
Quienes hayan estudiado leyes y derecho sabrán que la mayoría de manuales de Derecho Romano utilizan los nombres Numerius Negidius y Aulus Agerius en sus fórmulas y ejemplos. En muchos lugares del mundo se utilizan también las siglas N.N. para identificar tumbas sin nombre conocido.
Fuentes:
O. F. Robinson, The Sources of Roman Law: Problems and Methods for Ancient Historians | Gaius, Institutes of Roman Law | Wikipedia.