"Alipori": una extraña palabra de origen desconocido
Palabra misteriosa, cuyo origen nadie conoce y que, recogida en 2014 por el Diccionario de la lengua española, significa ‘vergüenza ajena’, lo que sentimos cuando alguien hace el ridículo en nuestra presencia.
Aparece en el corpus sincrónico de la Academia (CREA) solo a partir de 1994, usada apenas en dos periódicos madrileños ‒El Mundo y ABC‒ y en un libro sobre “buenas maneras” del periodista y escritor madrileño Alfonso Ussía, aunque ninguno de mis amigos madrileños la ha oído jamás.
De acuerdo con la definición académica, podemos sentir alipori cuando alguien hace algo incorrecto, inoportuno o sencillamente ridículo, sobre todo si está de alguna forma relacionado con uno. En ese momento nos gustaría desaparecer; es cuando pensamos: ¡trágame tierra!. Eduardo Caballero explica que “Los madrileños llaman alipori a la vergüenza que experimenta un tercero, que no siente el que, parado en un salón, un congreso o una plaza pública, comienza a ensartar sandeces con tonterías”.
Javier Reverte la utiliza muy suelto de cuerpo en su novela póstuma Hombre al agua (2021), en la que describía las reacciones de los presentes a un farragoso discurso de más de tres cuartos de hora:
Un alipori monumental encendió los rostros de los presentes y el sol se sonrojó allá afuera, arriba del cielo.
Y con la misma soltura la emplea María L. Fortes de la Cruz en su novela Mi rosa encendida:
¡Te pones y me pones en ridículo, siento alipori, me pongo enferma!.
Algunos autores españoles, como Julián Marías, escriben lipori, y Rafael García Serrano, lípori, mientras que Eugenio d'Ors, Gil de Biedma y Jaime Campmany prefieren alipori. En realidad, tanto da, si no sabemos cómo se formó, porque lo cierto es que ninguno de los que la han usado sabe de dónde proviene esa extraña palabra, única forma recogida por el diccionario de la Academia Española, aunque jamás sabremos dónde la recogió.
Corominas podría haberle reservado un espacio entre alípedo y aliquebrado, pero la ignoró, si es que ya existía en su tiempo, como María Moliner y todos los demás diccionarios que examiné, con una sola excepción: Manuel Seco incluye en su Diccionario del español actual tanto lipori y lípori como alipori, aisladas, sin que una remita a la otra, y por supuesto sin una sola palabra sobre su enigmática etimología. El ejemplo que Seco pone sobre la forma tildada es de García Serrano.
Amado de Miguel afirmó en cierta ocasión que se trataba una palabra italiana, pero ni mis diccionarios italianos, ni Google, ni mis amigos italohablantes, y mucho menos yo mismo, conocemos ninguna palabra italiana parecida.
Sin presentar prueba alguna, el Wiktionario la atribuye al escritor fascista catalán Eugeni D'Ors, quien la habría formado a partir del latín alius (otro) y pudor, pudōris, o sea "pudor ajeno, vergüenza ajena". Si fue así, D’Ors habría inventado la palabreja. En cuanto a su sorprendente inclusión en el DLE, me hace sentir un poco alipori.