En la internet, detrás de las palabras
La internet está cambiando el conocimiento de varias maneras: primero, lo está haciendo más accesible; más instantáneo y más social, dice Daniel Cassany. Este doctor en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Barcelona advierte que, no obstante, es muy ingenuo leer internet como se lee un libro, porque en la red hay mucho más basura que en un libro. Por eso, explica, vamos a tener que aprender a leer escritos en la internet de manera diferente a como leemos escritos analógicos.
El País CulturalEntrevista de Carina Blixen
Daniel Cassany es Licenciado en Filología Catalana y Doctor en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Barcelona. Desde 1993 es profesor de Análisis del Discurso en la Universidad Pompeu Fabra. Su campo de investigación es la comunicación escrita. Desde 2004 dirige un proyecto sobre «literacidad crítica» que se propone enseñar a los ciudadanos a leer la ideología de los discursos, a inferir lo que «hay detrás» de las palabras. Específicamente busca «contribuir a desarrollar las capacidades de recepción crítica de textos escritos y orales en estudiantes universitarios y de bachillerato».
Mentira y verdad en internet
¿Qué importancia tiene saber usar Internet en el proceso de conocer?
Internet es una forma nueva de comunicación que ha surgido desde hace algunas décadas y que, como otros procesos comunicativos, se está convirtiendo en un sistema nuevo de construcción del conocimiento. Al fin y al cabo comunicar y construir el conocimiento son cosas que van estrechamente ligadas. Internet está cambiando el conocimiento en formas muy variables: primero, lo está haciendo más accesible (para las personas que pueden acceder a Internet, claro). Es más instantáneo: es más fácil buscar en Google un concepto que ir a la biblioteca y buscar una enciclopedia. Segundo, lo está haciendo más social. Por ejemplo, una de las novedades que se están destacando en los últimos años es lo que se llama la folksonomía (del término inglés folksonomy) que es la idea de la Wikipedia, de que el conocimiento ya no es el resultado del trabajo de unos especialistas, sino de aporte de todo el mundo que tiene interés. Eso tiene sus pros y sus contras: es mucho más socializado, más compartido, pero también, dicen los críticos, tiene el problema de la calidad. En la Enciclopedia Británica o en la enciclopedia Espasa Calpe no hay mentiras y, en cambio, en Wikipedia puedes encontrar algunas. Pero muy probablemente en la enciclopedia Espasa Calpe hay inexactitudes y errores del mismo modo que los puedes encontrar en Wikipedia
En tu libro Tras las líneas das algunos consejos para descubrir los errores que puede haber en Internet. Hay maneras de hacerlo.
Nadie duda que la gente no siempre dice la verdad. En cambio todo el mundo piensa que lo que está escrito siempre es verdad. Aquí está el primer problema. Es una herencia cultural: la de pensar que lo escrito es cierto.
—Creo que ahí se confunde lo que es más permanente con lo verdadero.
Tal vez lo que se escribe es más social. Lo escrito no pertenece necesariamente a un cuerpo de una persona, queda más disociado. No es tan individual. También las funciones que tradicionalmente ha tenido la escritura en nuestra comunidad, son funciones que se han reservado a lo que es aparentemente más valioso, más cierto. Tal vez la gente, por lo que decías de la permanencia, no ha mentido tanto cuando escribía y ha mentido más cuando hablaba... Lo cierto es que estos valores se han transferido a Internet, porque en Internet el modo de comunicación básico es la escritura. No necesariamente tiene que ser así, pero hasta ahora ha sido de este modo. Los valores asociados con la escritura analógica se han transferido a la escritura digital. Esto ha provocado que las personas usemos Internet como si estuviéramos leyendo un libro. Eso es muy ingenuo, porque en Internet hay mucho más basura que en un libro, porque un libro tiene muchos más procesos de control. Vamos a tener que aprender a leer escritos en Internet de manera diferente a como leemos escritos analógicos. Esto es lo que plantea Tras las lineas y Taller de textos al proponer darle a la lectura una dimensión crítica.
Lo empírico no alcanza
—Explicame qué entendés por lectura crítica.
Ya no es posible leer sin espíritu crítico. No es una cosa nueva. La palabra crítico ya viene de la Escuela de Frankfurt, de la pedagogía de Paulo Freire. En los años setenta también se pueden encontrar manuales que hablan de leer críticamente. Pero no se refieren a lo que hablamos hoy. En los setenta, leer críticamente significaba recuperar las inferencias, entender lo que no se dice explícitamente. Pero se seguía pensando que había una verdad única o que el contenido era objetivo y que leer era recuperar el contenido que había en aquel texto, y que era lo mismo para todos. Hoy tenemos una mirada diferente: reconocemos que la idea de la verdad absoluta y del contenido objetivo es ingenua. Hay muchos puntos de vista, hay muchas verdades individuales; por lo tanto, leer requiere una mirada más plural. En el planteamiento actual siguen existiendo fundamentos muy importantes de la filosoña crítica: la rebeldía, la interpretación, la discusión de las ideas de los otros, en definitiva, la no aceptación tácita de las cosas como son. También viene de la Escuela de Frankfurt la idea de que el conocimiento tiene que servir para mejorar día a día nuestras vidas. Yo no soy filósofo, ni estoy capacitado para entrar en una discusión filosófica, pero una idea que me parece importante es que entendemos claramente, en el mundo global. plural, en que vivimos, que las interpretaciones tienen que ser más sociales.
—Tú planteás en Tras las líneas que la enseñanza de la escritura en España está muy vinculada a la lengua y que eso debería cambiarse hacia una relación más importante con la ciencia. Cuando uno inicia un proceso de investigación científica, se da cuenta que no todas las verdades son similares o intercambiables. Hay acumulación de conocimientos, procedimientos, verificaciones que permiten establecer que en algunos casos estamos más cerca de la verdad que en otros.
—Los métodos científicos garantizan un conocimiento empírico, basado en datos. Lo que ocurre es que los datos que obtenemos y las miradas que hacemos de la realidad no son absolutas, no son neutras: dependen de las condiciones de temperatura, de si lo haces en un lugar u otro, de la posición que tú adoptes. Por supuesto que estos datos empíricos, con las variables circunstanciales que estoy mencionando, constituyen un tipo de conocimiento más objetivo y más válido quizá, para todos, que la opinión que pueda tener una persona sin ningún tipo de fundamento empírico. Pero de aquí a sacralizar la ciencia como un dios absoluto. que siempre establece la verdad, pues no. Cualquier experiencia que tengas con la medicina te indica que el conocimiento médico es tremendamente frágil. Los médicos lo único que saben es, por ejemplo, que ante este cáncer, aplicando esta quimioterapia, hay un porcentaje determinado de éxito. pero no saben cómo funciona, por qué, ni de qué modo, ni qué va a ocurrir. Tienen un conocimiento muy relativo.
—Paralelamente, tú decís que se escribe ahora mucho más que antes. ¿Cómo incide eso en el desarrollo de la escritura?
—La escritura se complejiza, se diversifica, se vuelve más diversa, versátil. Hay más géneros. Hoy es infinitamente más complicado leer y escribir que hace cien años. Cuando mi papá, que tiene noventa años, que está vivo y es arqueólogo, tenía veinte, las posibilidades que tenía de leer y escribir eran muy pequeñas.Podía leer en español y no en catalán, por la época que le tocó vivir, y los textos que llegaban a sus manos eran muy pocos. En cambio hoy, leemos en muchas lenguas, en muchos formatos: Internet, libro, publicidad, textos en la calle. Si buscamos fotos de hace cien años de Montevideo, seguro que el número de carteles era mucho menor. La escritura se ha desarrollado, se ha desparramado en infinidad de géneros, en infinidad de situaciones, para funciones diferentes. Leer y escribir es mucho más complicado. Me contaban que aquí hace dos años los jubilados se rebelaron porque no querían cobrar sus pensiones en el cajero automático. Es un buen ejemplo de cómo una forma moderna creciente de lectura y escritura electrónica es rechazada por un colectivo que no ve las ventajas que le ofrece de ubicuidad y rapidez. Prefieren estar tres horas haciendo cola, charlando con los vecinos, yendo siempre a la misma oficina que les da seguridad.
Rebajas con "v" —No quisiera ponerme normativa, pero se escribe muy mal. Yo lo hago: en los mensajes de texto, en los correos electrónicos...
—¿Con relación a qué? —A las normas de la Real Academia. Las normas ortográficas, de sintaxis, de puntuación.
—Pero las normas de la Academia no tienen derecho a decirme cómo le debo escribir a mi madre. —¿No hay riesgo de fragmentación lingüística?
—A mí lo que me importa es comunicarme efectivamente con mi madre y con mis amigos y no creo que el devenir de la lengua dependa de cómo yo me comunico con ellos. Estoy haciendo una broma... Pero no comparto estas visiones tremendistas, oscuras, de lo que es el uso lingüístico. Vamos a ver. Las personas llegamos a este mundo y nos encontramos que hay tecnologías: una de ellas es la de la escritura. Aprendemos a usarla de distintos modos. Una forma es la oficial que es lo que se nos exige hacer en la Universidad: voy a dictar un seminario, voy a publicar en tal revista. Para eso me exigen unos determinados usos de la escritura. Pero luego en mi vida privada hago lo que quiero.
—Hay algunas situaciones en que uno puede elegir. —Puede elegir escribir correctamente en algunos momentos porque va a la Universidad y tiene determinado grado de formación y, en otros momentos, cuando manda un mensaje o escribe un correo electrónico puede decidir saltearse las normas porque quiere comunicarse más rápido. El problema surge cuando hay una escuela que no funciona y existe una población que domina escasamente la escritura, y no puede elegir entre diversas modalidades. Supongo que lo mejor sería mejorar la escuela para que pudiera elegir.