resiliencia
Esta palabra oriunda de la física ingresó en el diccionario académico recién en 2014, aunque se usa mucho, tanto en la ciencia mencionada en la psicología y en las ciencias sociales. El vocablo nos llegó desde el inglés resilience que expresa la capacidad de un material de recuperar su forma original después de haber sido sometido a altas presiones; en esa acepción, equivale a la cantidad de energía que un material es capaz de almacenar cuando la presión lo obliga a reducir su volumen y se expresa en julios por metro cúbico.
El psiquiatra infantil Michael Rutter y el neurólogo, psiquiatra y etólogo francés contemporáneo Boris Cyrulnik, inspirados en el concepto físico, introdujeron el término en psicología para denotar la capacidad de las personas de superar tragedias o acontecimientos fuertemente traumáticos.
Cyrulnik, cuyos padres fueron asesinados por los nazis, estudió la capacidad de recuperación de los sobrevivientes de los campos de concentración y de niños criados en orfanatos.
Resiliencia es una de esas palabras de origen latino que nos han llegado a través del inglés, en este caso, del vocablo resilience, que, a su vez, se derivó del latín resilio, -ire ‘saltar hacia atrás’, ‘volver de un salto’, compuesto a su vez por el prefijo re- y el verbo salire ‘saltar’.