quintaesencia
Los filósofos presocráticos griegos, a partir de Empédocles, creían que toda la Naturaleza estaba compuesta por cuatro elementos esenciales: aire, tierra, agua y fuego.
Sin embargo, Aristóteles propuso la existencia de un quinto elemento, el éter –en griego αίθήρ (aíthér)– que llenaría todo el universo fuera de la Tierra. Los físicos del fines del siglo XIX afirmaban que el éter impregnaba todo el espacio, proporcionando un medio por el cual la luz podía viajar en el vacío. Recordemos que hasta hoy pueden oírse ecos de la creencia de que las señales de radio se difunden por el éter. En la mitología griega se creía que el éter era la esencia pura que los dioses respiraban, diferente del aire que respiraban los seres humanos.
En el inventario de los bienes que pertenecieron a Felipe II, confeccionado en el siglo XVI, se hace mención de Tres garrafillas de bidrio con agua de la quinta esencia que dio a su Magestad el frayle francisco.
En el lenguaje moderno, llamamos quintaesencia a ‘lo más puro, refinado y acendrado de una cosa’, o a la ‘esencia más íntima o el extracto de algo’.
En la cosmología moderna, quintaesencia es una forma hipotética de energía que se postula mediante fórmulas matemáticas para explicar las observaciones del universo en expansión acelerada, un descubrimiento de 1998.