nimio
En la curiosa y sorprendente vida de las palabras ocurren fenómenos de todo tipo, desde cambios de pronunciación, hasta alteraciones en los matices de los significados, e incluso, en casos extremos, algunas palabras pueden pasar a significar exactamente lo opuesto a lo que denotaban en cierta época.
Ese el caso del adjetivo nimio, derivado del latín nimius que, para los romanos significaba ‘excesivo’, ‘desmesurado’, ‘abundante’. Para Julio César, nimia pertinacia significaba ‘terquedad excesiva’; para Ovidio, nimius sol era ‘sol demasiado ardiente’.
Por alguna razón, como ocurre con frecuencia en la historia de las lenguas, en algún momento los hablantes empezaron a interpretarlo de manera opuesta, de modo que hoy denota en nuestra lengua ‘insignificante, sin la menor importancia’.
La Academia española explica este fenómeno diciendo que la palabra fue “mal interpretada” cuando cambió de significado, lo que implica desconocer la historia de las lenguas y los avances de las investigaciones sobre cambio lingüístico de los últimos 150 años. Además, de esta manera se sugiere que la verdad estaría en los diccionarios y que quienes se equivocan serían los hablantes, y no al revés.