furia
Cronos, el dios del tiempo para los griegos, era hijo de Urano, el cielo, y de Gea, la Tierra, y hermano de los titanes. A pedido de su madre, Cronos le cortó los testículos a su padre con una hoz que Gea misma le había dado. De las gotas de sangre que Urano perdió en la mutilación, se formaron las Erinias, diosas violentas y temibles que no reconocían la autoridad de los demás dioses, al punto de que amedrentaban hasta al propio Zeus.
Las Erinias, en griego Έρινύες (Erinýes) personificaban la culpa creada por los crímenes que las leyes humanas no podían castigar y perseguían implacablemente a sus víctimas. No está claro cuántas eran las Erinias, pero la tradición más conocida señala que había tres : Alceto, “la que nunca se detiene”; Tisífone, “la que siembra el crimen” y Megara, “la envidiosa”.
Al incorporar las creencias de los griegos, los romanos las llamaron Furias, que era como designaban a los genios malignos del mundo infernal latino, nombre que, a partir de cierta época, adquirió para ellos el significado de la emoción que hoy en castellano llamamos furia y también dio lugar en latín al verbo furere ‘enfurecerse’.