elefante
Animal de tamaño impresionante (los de la especie africana llegan a medir hasta cuatro metros de altura), inteligente, cariñoso, dotado de una trompa llamativa. Cabría pensar que el elefante obtuvo su nombre de alguna de estas cualidades, pero fue de sus colmillos de marfil de donde surgió la denominación por la cual es conocido. Los griegos llamaron a estos animales ἐλέφας (elephas), término que inicialmente significaba ‘marfil’, como podemos constatar en chryselephantine, de donde proviene nuestro criselefantino ‘pieza escultórica hecha de oro y marfil’. La palabra fue heredada por los latinos como elephas -antis; pero en la Edad Media se deformó en latín, en inglés y en francés a olifantus.
El desconocimiento de este animal era tal en los países europeos, que en inglés antiguo se llamó olfend al camello... ¡por confusión con el elefante!
En español, la palabra aparece con su forma actual desde mediados del siglo XIII:
Mas los romanos non pudieron entrar en las azes de los de asdrubal por los elefantes que les espantauan los cauallos. e por esso ouieron su acuerdo e buscaron manera de que se pudiessen luego ayudar (Alfonso X el Sabio: Estoria de España I).
En inglés, la forma original elephant solo volvió a prevalecer a partir del siglo XIV, y fue usada para designar también al marfil hasta comienzos del siglo XVIII.
En español, se acuñó la expresión elefante blanco, tomada del inglés, para referirse a un bien cuyo mantenimiento cuesta tanto dinero que en poco tiempo se vuelve insostenible. Esta expresión nació de la costumbre de los reyes de Siam de regalar elefantes blancos a los cortesanos que les desagradaban. Como estos no podían deshacerse de un regalo del rey, acababan arruinados por el costo de su mantenimiento.