hambre
Palabra que, bajo varias formas, está presente desde el romance hispánico de fines del primer milenio, y dio lugar a lo largo de la historia a vocablos como hambrear, hambriento, hambruna, famélico y jamelgo.
En muchas regiones hispanohablantes, este sustantivo femenino se ha tornado masculino en por influjo del artículo el, que como es sabido, se aplica a las palabras de género femenino que comienzan con un fonema /a/ tónico.
El hambre, que ha sido históricamente uno de los problemas más graves de la población mundial, afecta principalmente a los niños y niñas, a las mujeres en edad de procrear y a los ancianos.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO) afirmaba en 2019 (antes de la pandemia) que había 800 millones de personas con hambre en el mundo. La diferencia con otras épocas históricas es que la humanidad tiene hoy capacidad potencial de alimentar adecuadamente a todos.
La palabra hambre procede del bajo latín famis, famĭnis, y este, del latín clásico fāmes, fāmes ‘hambre’, ‘falta de víveres’. En el antiguo gallego-portugués se formó fame y también fome. En la actualidad, fame se usa en gallego, mientras que fome se ha consolidado en portugués.
En el español del siglo XV y en el portugués en el XVI, aparece famélico, tomado del latín clásico famēlĭcus ‘hambriento’. Corominas (1980) señala el duplicado jamelgo ‘caballo de mala estampa’, con aspecto de pasar hambre.