gringo
Muchas historias interesantes se han contado sobre el origen de esta palabra. Una de ellas narra que gringo surgió del sistema de señales de los trenes ingleses, cuando estos fueron instalados en México, sistema en el cual la luz verde indicaba que el paso estaba abierto: green go (verde: ir). En otra versión se afirma que, cuando los norteamericanos, invadieron México en 1847 vistiendo sus uniformes verdes, los nativos —que al parecer dominaban el inglés— los rechazaban gritando: ‘¡Green go!’ (‘¡Váyanse, verdes!’).
Sin embargo, estas etimologías son falsas. Gringo aparecía ya en el diccionario de Esteban de Terreros, publicado casi un siglo antes de que los norteamericanos invadieran México, once años antes de la independencia de Estados Unidos y sesenta años antes de que George Stevenson hiciera circular el primer ferrocarril en Gran Bretaña.
¿De dónde viene, entonces, gringo? En la Edad Media, existía la costumbre de mencionar las locuciones en latín acompañadas de su versión en griego, pero en cierta época, la Iglesia católica determinó que la comprensión de la lengua de Aristóteles no era necesaria para la erudición católica. A partir de ese momento, el griego fue considerado un idioma extraño y, como tal, símbolo de cualquier habla incomprensible. En latín medieval, surgió la expresión graecum est, non potest legi (es griego, no se puede leer) para referirse a cualquier lengua extranjera. En el segundo tomo del Quijote se dice:
[…] esto para los labradores era hablarles en griego o en gerigonça.
En el ya mencionado diccionario de Esteban de Terreros se explica así:
gringos llaman en Málaga a los extranjeros, que tienen cierta especie de acento, que los priva de una locución fácil y natural castellana, y en Madrid dan el mismo nombre con particularidad a los irlandeses.
En América el vocablo se popularizó con variantes: en México, casi exclusivamente para referirse a los estadounidenses; en el Río de la Plata se aplicó en la primera mitad del siglo xx a los italianos, aunque hoy se tiende a usarlo para denominar también a los norteamericanos.
Según Corominas, la alteración fonética de ‘griego’ a ‘gringo’ se habría procesado en dos tiempos: primero, de griego a grigo, una reducción normal en castellano, y más tarde, de grigo a gringo.