garantía
Los seres humanos siempre nos hemos sentido atraídos por la idea de contar con una garantía que nos protegiera contra algún acontecimiento fortuito e indeseado.
Los vasallos feudales contaban con la protección de sus señores, que les garantizaban su seguridad a cambio de contar con ellos en el caso de un conflicto armado.
La idea de una fianza o garantía estaba también presente en la diplomacia medieval: los reyes y príncipes se constituían en fiadores o garantes del cumplimiento de las condiciones acordadas en un tratado de paz.
La palabra guarant ‘garante, fiador’ aparece ya en francés antiguo en la Chanson de Roland (1080), como participio presente del verbo germánico werjan ‘proporcionar una garantía’. En el mismo poema figura también el verbo garantir ‘con el significado de ‘dar [algo] por seguro’, según el etimólogo francés Albert Dauzat.
La primera ocurrencia de garantizar en castellano la encontramos en documentos notariales de 1304 (Corde):
(...) se encargarán de repartir tierras para labrantío entre las aldeas que lo soliciten, y garantiza que los repartos que establezcan estos caballeros serán respetados.
En una especie de glosario del Fuero Viejo de Castilla (1356), también atesorado en el Corde, figura por primera vez el vocablo garantía:
Fianza. Fialdat: Fianza, garantía.