faetón
Faetón era un dios de la mitología griega, hijo del Sol (Helio) y de la oceánide Clímene. Cuando llegó a la adolescencia, su madre le reveló quién era su padre, y el joven le pidió entonces al Sol que lo dejara conducir su carro por la bóveda celeste. Tras muchas dudas, Helio finalmente asintió, pero mientras conducía, Faetón se aterrorizó con los animales que poblaban el zodíaco y abandonó su ruta. Descendió entonces en exceso y casi quemó la Tierra, subió luego demasiado y los dioses se quejaron a Zeus quien, para evitar males mayores, lo fulminó, haciéndolo caer en el río Erídano (Po).
El nombre de nuestro malogrado héroe celestial fue tomado por Jean de la Fontaine en sus Fábulas (1668) para designar a un cochero, y por Jean Savary des Bruslons, cincuenta años más tarde, en su Dictionnaire du Commerce, para denominar un carro de caballos (phaéthon). Este nombre lo tomaron del latín phaetón y este, del griego Φαέθων (Faeton).
La palabra faetón aparece por primera vez en castellano con su forma actual en el Diccionario castellano, de Esteban de Terreros, aludiendo a un carro abierto de cuatro ruedas.
En los siglos XVIII y XIX se conoció en Inglaterra un carruaje abierto, de cuatro ruedas y sin puertas, que era conducido por su propio dueño, es decir, no había un lugar para el carrero, y al que se le dio el nombre de phaeton, tomado del francés en memoria del personaje mitológico.
Hace algunos años, el fabricante alemán Volkswagen lanzó al mercado un modelo de lujo con el nombre Phaeton, del cual una unidad fue destinada al papa Benedicto XVI.
La Academia española incluyó la palabra en su diccionario de 1837, con la definición de ‘especie de coche largo y con muchos asientos’.