cargar
Los carros en los que los romanos se transportaban eran llamados en latín clásico carrus por Tito Livio y por Julio César, mientras que el gramático Nonius Marcellus prefería el neutro carrum.
Esta antigua palabra, oriunda de la raíz indoeuropea kers, dio lugar en latín vulgar al verbo carricare, que significaba ‘llevar en un carro’.
En su peripecia desde el latín vulgar al romance hispánico, carricare sufrió algunos cambios: suavizó el sonido de la r, perdió la i, y cambió la segunda c por una g (sonorizó) para dar lugar a nuestro verbo cargar, que ya tenía su forma actual en el Poema de Mio Cid (s. XII):
Al cargar de las arcas veriedes gozo tanto, non las podién poner en somo maguer eran esforçados; grádanse Rachel e Vidas con averes monedados, ca mientra que visquiessen refechos eran amos.