violencia
La violencia fue asociada desde tiempos muy remotos a la idea de la fuerza física.
Los romanos la llamaban vis, vires, ese vigor que permite que la voluntad de uno se imponga sobre la de otro. Vis tempestatis se llama en latín el ‘vigor de una tempestad’. En el Código de Justiniano se habla de una ‘fuerza mayor, que no se puede resistir’ (vis magna cui resisti non potest).
Vis dio lugar al adjetivo violentus, que, aplicado a cosas, se puede traducir como ‘violento, impetuoso, furioso, incontenible’, y cuando se refiere a personas, como ‘fuerte, violento, irascible’. De violentus se derivaron violare —con el sentido de ‘agredir con violencia, maltratar, arruinar, dañar’— y violentia, que significó ‘impetuosidad, ardor (del sol), rigor (del invierno), ferocidad, rudeza y saña’.
Cabe agregar que vis, el vocablo latino que dio lugar a esta familia de palabras, proviene de la raíz prehistórica indoeuropea wei- ‘fuerza vital’.