espía
Los invasores germánicos que cruzaron los Pirineos e invadieron la Hispania a comienzos del siglo V d. C. abandonaron rápidamente sus costumbre, olvidaron sus lenguas nativas se convirtieron al catolicismo, por lo que dejaron muy poco de su cultura en la provincia más occidental del Imperio romano que agonizaba.
Sin embargo, algunas palabras de su lengua, no muchas, quedaron en el latín hispánico y fueron heredadas siglos más tarde por un dialecto norteño que nacería en una tierra de muchos castillos. En general, se trataba de palabras relacionadas con la guerra (la propia guerra es un vocablo de origen germánico).
Los guerreros visigodos enviaban vigilantes a las tierras del enemigo para saber lo que allí estaba ocurriendo; su tarea, ‘atisbar, espiar’ se llamaba en su lengua spaíhon que, según Corominas (1980) provenía del verbo spaíhon, emparentado con el alto alemán antiguo spëhôn y con el sajón antiguo spâhi ‘hábil’. El que cumplía estas tareas era llamado spaíha, que dio lugar a espía palabra atestiguada ya en El caballero Zifar, una obra anónima conocida alrededor del año 1300. En el siglo XV, el verbo espiar aparecía ya con su significado actual en los diccionarios latino-españoles de Palencia (1490) y de Nebrija (1495).