calzón quitado, a
En cierta época, cuando eran corrientes los castigos corporales, se solía desnudar a la víctima para que sufriera la flagelación sin contar con la protección de la ropa. Azotar a alguien “a calzón quitado” significaba desnudarlo antes, una práctica cruel que se llevaba a cabo en los casos considerados más importantes; era común en las plantaciones de esclavos del sur de Estados Unidos, de Haití y de Brasil.
En la actualidad, hablar una persona “a calzón quitado” es una metáfora, que significa hacerlo con sinceridad absoluta y sin rodeos ni remilgos, sin tener cuidado por el dolor que nuestras palabras le puedan infligir al interlocutor; en ese sentido, equivale a hablar “sin pelos en la lengua”.
El uso primitivo de la expresión, aplicado al acto de ‘propinar una zurra’, aparece todavía en una crónica peruana publicada en 1938, bajo la firma de Juan A. Corrales, disponible en el corpus diacrónico (Corde) de la Academia española:
[...] le sugirió la iniciativa de disponer que se chapara a mi hombre con el objeto de propinarle una latiguera a calzón quitado con fines terapéuticos.