fuente
Junto con las computadoras, se ha puesto al alcance de todos la posibilidad de usar caracteres semejantes a los empleados en las imprentas, diferentes de los de las máquinas de escribir tradicionales, caracteres que en español se llaman tipos o tipos móviles, por lo menos desde 1615.
En los últimos años, nombres como Arial, Times New Roman y Verdana, entre otros miles de tipos, dejaron de pertenecer al léxico exclusivo de tipógrafos y diagramadores, y se transformaron en palabras de uso popular, pero esta universalización trajo consigo un error de traducción. En efecto, los tipos no son fuentes, como se ha dado en llamarlos al traducir erróneamente el vocablo inglés font.
La confusión proviene del hecho de que font tiene dos significados diferentes, a cada uno de los cuales corresponde una etimología distinta y una traducción específica al español. En su primera acepción, vertida al español como fuente, la palabra font llegó al inglés proveniente del irlandés antiguo fans, que la había tomado, a su vez, del latín fons, fontis ‘fuente’, ‘manantial’. En la segunda acepción, que es a la cual nos referimos en esta nota, font o fount, llegó al inglés a partir del francés fonte, que no significa fuente, sino ‘fundición de metal’, con origen en el latín funditus, participio de fundere ‘fundir’, ‘fabricar’. Así, la expresión francesa fonte de fer se traduce como ‘fundición de hierro’. Los caracteres de la antigua tipografía inventada por Gutenberg eran de metal fundido en moldes. Hasta la universalización del uso de las computadoras en las últimas décadas del siglo pasado, siempre se llamaron tipos, del vocablo latino typus y este, del griego τύπος (týpos) ‘señal’, ‘huella’, ‘copia’, ‘forma’, y jamás se los había llamado antes fuentes.
Debe quedar claro, sin embargo, que el nuevo significado se ha impuesto y hoy no podríamos decir que es incorrecto el uso de fuente con el significado de tipo; se trata apenas de un ejemplo más del fenómeno que llamamos “cambio lingüistico”.