
Ovillo de lana
ovillo
Bola que se forma devanando hilo de lino, algodón, seda, lana, etc. Este vocablo dio lugar a la locución verbal hacerse (alguien) un ovillo ‘acurrucarse una persona por miedo o para pasar inadvertido’, como en este texto de la autora mexicana Aura Hilda de la Vega, en su novela Marcelina Culebro (1993): La niña estaba hecha un ovillo debajo de la mesa, temblando.
Otra locución en uso es la punta del ovillo, que se refiere a la ‘parte visible de un asunto complejo’, pero sugiriendo que, para conocerlo tal cual es, es preciso “tirar de la punta del ovillo”, como en este caso de la prensa argentina, guardado en el Corpus de Referencia del Español Actual (CREA): los detenidos se constituyen en “la punta del ovillo” para llegar a los autores del hecho y resolver el caso.
La palabra proviene del latín globellum, diminutivo de globus ‘bola’, ‘aglomeración de gente’, y llegó a nuestra lengua en el siglo XIV, en El conde Lucanor (1330), bajo la forma oviello.
La forma actual, ovillo, aparece por primera vez en Bursario (1425-1450), de Juan Rodríguez del Padrón:
Por que tú, vençido por el Minotauro, no murieses en su entricada casa, dite un ovillo de filo que te guiase.
En la última década del siglo XV, Palencia y Nebrija reafirmarían en sus Vocabularios el uso de ovillo.