
Gonzalo Torrente Ballester, una de las cumbres de la literatura española del siglo XX
botarate
Persona atolondrada y de escasa sensatez. Según el Diccionario de la lengua española (DLE), en Canarias y en América (como si en América habláramos una única variedad), significa ‘persona derrochadora, manirrota’. Veamos este ejemplo de Gonzalo Torrente Ballester, en su novela Filomeno, a mi pesar (1993):
Un varón, el primero, es un perfecto botarate, que vive del sablazo y que chulea a las mujeres. La primera de las hijas anda de vicetiple de revista.
Se trata de una palabra relativamente reciente, en términos históricos, puesto que solo aparece en el siglo XVIII y ya aparece en el Diccionario de Autoridades (1726), que le atribuye origen en el adjetivo boto (romo, obtuso, instrumento o arma que tiene la punta o el filo gastado), y lo califica como vocablo “de dicción baja”. El DLE, por su parte, afirma hoy que se deriva de botar ‘saltar’.
Corominas (1980), por su parte, lo relaciona con boto, ‘necio’, probablemente en un cruce con patarata ‘mentira’, ‘ridiculez’. Admite que el cruce puede haber sido con orate, pero, siendo esta una palabra “noble y poco popular”, considera más probable que haya sido con patarata que en portugués significa ‘ostentación ridícula, mentira jactanciosa’, y, en Autoridades, ‘ficción’, ‘mentira’ o ‘patraña’.