La Cátedra Eugenio Coseriu de la Facultad de Humanidades de Montevideo
Eugenio Coseriu
Eugenio Coseriu, considerado uno de los lingüistas más importantes del siglo XX, vivió en Montevideo durante prácticamente una década. Fue el primer director del Departamento de Lingüística de la entonces reciente Facultad de Humanidades y Ciencias y también docente del Instituto Profesores Artigas (IPA). El jueves y viernes, en Montevideo, se desarrollaron las jornadas de inauguración de la Cátedra Libre de Estudios Humanísticos Eugenio Coseriu, una iniciativa de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación (FHCE) de la Universidad de la República, de la Universidad de Chile y la Universidad Nacional de Córdoba, para recordarlo y continuar su obra.
Adolfo Elizaincín, ex decano de la FHCE, presidente de la Academia Nacional de Letras e integrante de la Comisión Coordinadora de la Cátedra Libre, explicó que la creación de la cátedra fue iniciativa de docentes de esas tres universidades que, como él, fueron alumnos de Coseriu. Alfredo Matus, de la Universidad de Chile, Magdalena Viramonte de Ávalos, de la Universidad Nacional de Córdoba, y el propio Elizaincín intercambiaron en distintas oportunidades sobre el hecho de que en Europa existe una Cátedra Coseriu (en Rumania, particularmente), congresos, revistas y archivos destinados al lingüista, pero en América Latina, “pese a que estuvo radicado acá y dio clases en prácticamente todos los países latinoamericanos, no se había hecho nada para recordar su memoria, para continuar su línea de trabajo”. Con ese objetivo, y sin mucha burocracia, las tres universidades crearon la cátedra, que buscará organizar actividades académicas como cursos, seminarios e instancias de investigación.
Una de las actividades de estas jornadas inaugurales fue el panel “Hispanicum est, non legitur. La recepción de la obra coseriana”. La frase es del propio Coseriu. “Está en español, no se lee”, decía el lingüista, y según Elizaincín sirve para reflejar lo que pasó con su obra. “Escribió casi toda su obra, en primer lugar, en español, después en francés y en alemán; no en inglés. Tiene no más de tres artículos o trabajos en inglés. Lamentablemente hoy, tal como está organizado todo en este mundo, la lengua de comunicación científica única es el inglés, y eso contribuyó, a mi entender, a la poca difusión de su obra”. Por ejemplo, opina Elizaincín, es curioso que Noam Chomsky, que recientemente visitó Montevideo, no cite a Coseriu en sus trabajos.
Montevideo en el mapa
Coseriu nació en Rumania en 1921, y en los años 40 se fue a Italia, donde terminó sus estudios y realizó dos doctorados, uno en Filosofía y otro en Letras. En Turín, cuando ya buscaba destinos para irse de Europa, conoció a un cónsul uruguayo, que le comentó que en Montevideo se había creado recientemente la Facultad de Humanidades y Ciencias, bajo la dirección de Carlos Vaz Ferreira, y que se estaban buscando profesores para las cátedras. Tras algunos contactos, la facultad le ofreció dirigir el Departamento de Lingüística, dentro del Instituto de Filología, y la cátedra de Lingüística General e Indoeuropea, y en 1951 se radicó en Uruguay. “Creó todo acá. Hasta ese momento no había estudios formales de esta disciplina filológica en Uruguay. Había gente aficionada, lectora, profesores de español, de secundario, pero no había una formación a nivel superior en esto, y él fue el que creó todo en la facultad: la carrera, la biblioteca, las publicaciones, los vínculos con el mundo, en fin... todo”, cuenta Elizaincín.
Durante prácticamente todo el período que estuvo en Montevideo también dio clases en el IPA y en algunos liceos, como el Liceo Francés.
Su estancia en nuestro país también fue fructífera en trabajos académicos. “En la revista de Facultad de Humanidades y Ciencias publicó, a mi entender, lo básico de sus estudios. Por ejemplo, Sincronía, diacronía e historia, Sistema, norma y habla, o Determinación y entorno, y otros, que son la base de toda su teoría posterior”, opina el presidente de la Academia Nacional de Letras. En 1962 volvió definitivamente a Alemania, primero a Bonn y luego a Tubinga. La importancia de sus publicaciones en el mundo de la lingüística hizo que Montevideo se ubicara, a partir de su trabajo, “en el mapa de los centros de investigación y de reflexión sobre el lenguaje”.
En sus palabras
Para Elinzaincín, Coseriu era un “ser excepcional” que, en los años 50, delineó una lingüística integral que preparó el terreno para corrientes posteriores. “En los 50, cuando llegó acá, lo que dominaba la escena académica en lingüística y filología era el estructuralismo. Era lo que se usaba, como si fuera una moda. Sus estudios superan el estructuralismo y van hacia una lingüística un poco más integral, que prefigura las cosas modernas de hoy, por ejemplo, el análisis del discurso, la pragmática, la sociolingüística, cosas que existen hoy pero que no existían en la década del 50. Él, de alguna manera, con su idea de que el centro, para el científico de la lingüística, tiene que ser el hombre concreto que usa el lenguaje, crea una lingüística que suele llamarse lingüística integral, que abre caminos para consideraciones muchos mas profundas, que te permiten ubicar al lenguaje en el contexto de los objetos culturales del mundo. No como algunos lingüistas que ven el lenguaje como si fuera una cosa separada y no relacionada con otras cosas”.
Además, su conocimiento de idiomas le dio la posibilidad de moverse en varias culturas. “Las lenguas eslavas las conocía, sobre todo el ruso; las románicas, todas (francés, español, catalán, italiano, rumano, que era su lengua). El español lo perfeccionó rápidamente, tanto que al segundo año de estar acá ya publicó algunas de las cosas más importantes en español. Las lenguas clásicas, latín, griego, también las manejaba, árabe, japonés... Era impresionante. Eso ayudó a esa visión integral, porque si te movés siempre en una lengua, creés que el mundo es como te lo muestra esa lengua, pero si tenés la posibilidad de moverte en varias lenguas, el mundo va cambiando según la lengua que vaya utilizando. Todo eso hizo de él un ser excepcional”.