Cuando se pronuncia el nombre de un determinado país se suelen asociar a éste ciertos estereotipos fosilizados, por su uso y por su abuso, en el saber popular. La simplificación que conlleva el tópico conduce a una imagen uniforme y deformada de las complejas y variadas realidades que puede ofrecer cualquier Estado que atesore una larga Historia. De este modo, podría parecer que en España todas las personas gozan de la siesta, beben vino o sangría, comen paella, gustan de los espectáculos taurinos y hablan español. No se puede afirmar que la anterior sentencia sea totalmente falsa, tampoco que sea cierta, sino que no se ajusta a la realidad, y la realidad en España es un concepto plural que requiere muchos más matices que los que en este artículo se pueden ofrecer. En las líneas que aquí empiezan no se hablará de gastronomías o de costumbres, pero sí de esa parte esencial de la cultura que suponen los idiomas y de cómo las lenguas están fuertemente ligadas a la identidad de los colectivos humanos, identidades que, por otra parte, son difícilmente comparables.
Los españoles hablan español, pero no sólo español; una gran parte de la población es bilingüe y, en algunas ocasiones, trilingüe. El castellano, en un avance histórico continuo alcanzó todos los rincones de la geografía española, cruzó los mares y se alojó en lugares muy lejanos de la Península Ibérica, especialmente en América, donde crece con vigor enriqueciendo el importante acervo de los hispanohablantes. Esta lengua castellana o española, los dos nombres responden hoy en día al mismo idioma, se realiza gracias a una gran riqueza de dialectos y variedades, de algunas de estas formas de hablar tratará este texto, pero se ocupará especialmente de las otras lenguas que conviven en las tierras españolas.
La palabra "dialecto" motiva, con frecuencia, actitudes defensivas y puede herir algunas sensibilidades, extraña reacción en tanto que todos hablamos algún dialecto, puesto que la lengua es siempre una entidad abstracta que engloba los distintos modos en que ésta se produce. No se pretende aquí avivar esta polémica y se utilizará la palabra "lengua" en su sentido más amplio, al entender que cuando se habla de un idioma estándar se hace referencia a un objeto sólo existente en los manuales y diccionarios, pero no en la vida cotidiana, en la que nos comunicamos con nuestras propias variedades de algún idioma distinguible de otros.
En la actualidad son cuatro, cuando menos, las lenguas más habladas en España: tres tienen su origen en el latín, español, catalán y gallego; la cuarta es más antigua y su origen no ha podido ser determinado, se trata de la lengua vasca o eusquera (euskera en vascuence). A éstas cabe añadir el aranés, dialecto del gascón hablado en el Valle de Arán, que también recibe un tratamiento de lengua cooficial en su territorio. Por otra parte, el aragonés y el leonés son dos grupos de hablas que, procedentes del latín, no llegaron a adquirir el reconocimiento de lenguas y hoy son considerados dialectos del español. Un mapa acompaña este texto con el objetivo de situar aproximadamente en la geografía peninsular las lenguas que se hablan en España y también los principales dialectos del español en el territorio nacional (las Islas Canarias no aparecen en el mapa aunque sí se hace mención del importante dialecto canario). Sin embargo, el mapa tendría poca utilidad si no se ofrecieran unos mínimos apuntes históricos de la evolución de las citadas lenguas.
Con anterioridad a la llegada de los romanos ya se hablaba en el Norte de la Península Ibérica el vascuence, único idioma que resistió la intensa romanización del territorio peninsular; el Sur estaba ocupado por los turdetanos; los íberos habitaban el Este y, hacia el siglo VII a J. C., los celtas se asentaron en la zona de la actual Galicia, las regiones altas del Centro y amplias zonas del Sur. Es fácil pensar que hubo otros pueblos, todos ellos con sus propias lenguas. Con la ocupación romana se inició un proceso de unificación idiomática que implantó el latín en casi todo el territorio. El latín hablado por los habitantes de la Península era el llamado latín vulgar, con influencias de las lenguas anteriores. Hacia el siglo V se produce la invasión de los germanos que adoptarían el latín y ejercerían una nueva influencia en el idioma de los romanos. Con posterioridad, la ocupación de los árabes obligaría a los cristianos a retroceder hacia el norte de la Península y asentarse en los territorios más resguardados y con un acceso más difícil, en estas zonas del Norte y debido a la incomunicación entre ellas la lengua iría evolucionando de forma distinta en los distintos núcleos de resistencia y daría lugar a las diferentes lenguas españolas derivadas del latín, de Este a Oeste: catalán, aragonés, castellano, leonés y gallego. El avance de los cristianos hacia el Sur extendió las citadas lenguas que continuaron su evolución con evidentes influencias de la lengua árabe. A partir del siglo X empezarán a escribirse textos en las distintas lenguas que se convertirán en la prueba evidente de su independencia respecto del latín y entre ellas.
La situación actual de las lenguas habladas en España es muy desigual, el español es hablado en todo el territorio nacional y, además, desde la Transición a la Democracia, en el último cuarto del siglo XX, se ha producido un proceso de reconocimiento y recuperación de las distintas identidades culturales y lingüísticas que, con evidentes dificultades, han resistido la presión de la que fue durante mucho tiempo única lengua oficialmente reconocida. El mapa intenta reflejar la ubicación geográfica de los principales dialectos del español en la Península y también de las lenguas distintas del español y, por tanto, las más desconocidas. Las siguientes líneas intentan esbozar algunas circunstancias de cada uno de estos idiomas.
El catalán
Se considera que el catalán hablado aparece entre los siglos VIII y IX. Los primeros textos escritos en catalán que están documentados datan del siglo XII, son el "Liber iudiciorum", traducción al catalán de un código de leyes visigodas, y las "Homilies d’Organyà", primer texto escrito directamente en catalán, en el que se comentan algunos pasajes de los Evangelios. El idioma catalán fue la lengua de la Corona catalano-aragonesa, potencia mediterránea en constante expansión durante la Edad Media. Entre los siglos XIII y XV fue llevada a las Islas Baleares y a Valencia, Cerdeña, Sicilia, Nápoles y Grecia. La producción literaria culta en catalán sufrió una decadencia desde el siglo XVI hasta el XVIII aunque nunca se dejó de hablar. A partir del siglo XIX se inicia una nueva etapa de esplendor literario y normalización que dará paso a la fijación de las normas de esta lengua durante el siglo XX.
En la actualidad, la lengua catalana se habla en cuatro estados europeos: España, en las comunidades autónomas de Cataluña, Islas Baleares, Comunidad Valenciana, Aragón y Murcia (la llamada "Franja" de Aragón, constituida por las zonas próximas a Cataluña de las tres provincias aragonesas, y en el Carxe, territorio próximo a la Comunidad Valenciana); Andorra, donde es la única lengua oficial; Francia, en cinco comarcas integradas en el Departamento de los Pirineos Orientales; Italia, en l'Alguer o Alghero, ciudad de Italia, en la isla de Cerdeña, provincia de Sassari.
Se estima que la lengua catalana es entendida por nueve millones de personas y hablada por más de siete millones de personas, lo que la convierte en la séptima lengua europea en cuanto al número de hablantes.
En 1861, Manuel Milà i Fontanals, estableció la división dialectal del catalán en dos grandes zonas, occidental y oriental, basándose en criterios fonéticos principalmente. El catalán oriental agrupa cuatro dialectos: rosellonés, central, balear, alguerés y sus correspondientes subdialectos. El catalán occidental se subdivide en catalán "norte-occidental" y valenciano.
En la Comunidad Valenciana, por razones políticas, el catalán se denomina valenciano o lengua valenciana de forma oficial.
El gallego
La lengua gallega se formó en la zona comprendida entre el norte y el sur del Río Miño. En el siglo XII la zona del norte fue otorgada a doña Urraca por su padre, Alfonso VI de Castilla y León, quien asignó la zona del sur, desde el Miño hasta el Tajo, a su otra hija, doña Teresa. La extrema rivalidad entre ambas ocasionó la posterior independencia de Portugal y la frontera entre los dos reinos favoreció la progresiva escisión del gallego-portugués en dos lenguas distintas a partir del siglo XV. Durante el siglo XIII, el gallego-portugués, fue la lengua de la poesía junto con el provenzal. Por esta razón, Alfonso X, que propició un impulso definitivo de la lengua castellana, escribió sus composiciones poéticas en gallego-portugués por ser este idioma el de mayor prestigio para la composición en verso. Tras esta época de esplendor sufrió siglos de decadencia, aunque no se dejó de hablar, y resurgió en el siglo XIX con los escritores románticos.
El gallego es hablado por más de dos millones de personas y su proceso de normalización ha provocado una controversia entre quienes defienden la situación actual de la lengua y quienes desearían una mayor aproximación al portugués. Esta última lengua tiene presencia en territorio español en algunas zonas fronterizas de Castilla y Extremadura.
El vascuence o euskera
La lengua más antigua entre las que se hablan en España cuenta con casi un millón de hablantes. Su territorio ocupa la mayor parte del País Vasco y la mitad norte de Navarra y se extiende hasta Francia, en el Departamento de los Bajos Pirineos, donde alcanza los cien mil hablantes.
Su situación es muy diferente a la de las otras lenguas citadas:
En primer lugar, su origen es incierto, algunas teorías proponen un parentesco con las lenguas caucásicas que se hablan entre Rusia y Turquía, otras estudian su relación con algunas lenguas africanas, ninguna de las dos teorías puede basarse en pruebas aceptables y el origen de este idioma sigue constituyendo un enigma. Sí se sabe que no es una lengua indoeuropea y que se hablaba antes de la romanización de la Península en una amplia zona del Norte, entre Cantabria y el Valle de Arán como mínimo ("Arán" es un topónimo de origen vasco, "aran" significa valle).
En segundo lugar, el euskera no tiene la tradición literaria secular de las lenguas romances, los vascos utilizaron el castellano como lengua de cultura durante mucho tiempo y el euskera estuvo durante siglos encerrado en un ambiente familiar y rural.
La recuperación de la lengua, iniciada durante el siglo XIX, impulsó una literatura que va tomando fuerza y que cuenta ya con prestigiosos autores.
Siete son las variedades del euskera, a partir de ellas se ha unificado el llamado euskera "batua" que actualmente se enseña en las escuelas del País Vasco.
El aranés
El Valle de Arán es una zona situada en la parte central de los Pirineos, en la provincia catalana de Lérida. La población censada se halla en torno a los 7.000 habitantes. La situación del valle, orientada hacia Francia, y su difícil acceso durante siglos desde Cataluña y Aragón favorecieron la conservación de la lengua aranesa, que en realidad es un dialecto del gascón.
La lengua de Oc pertenece al grupo de lenguas románicas o neolatinas y está constituido por cinco grupos dialectales: el provenzal, el lemosín, el languedocino, el auvernés y el gascón. De los cinco grupos, el más alejado del catalán es el gascón. El gascón es un conjunto de dialectos, desaparecidos algunos, hablados en la Gascuña francesa. El aranés es uno de esos dialectos, pero su aislamiento y el hecho de que no se haya perdido le confieren un tratamiento legal de lengua, así es reconocido como idioma oficial del Valle de Arán por el Estatuto de Autonomía de Cataluña, que también reconoce la autonomía y las instituciones propias del Valle (Conselh Generau d'Aran).
El aranés es la lengua de enseñanza en todos los centros de educación infantil y primaria del Valle de Aran. La población autóctona del Valle de Arán habla, por tanto, tres lenguas.
Respecto al español cabe recordar que es la lengua oficial de toda España y cooficial en aquellas comunidades donde se hablan los otros idiomas peninsulares que han sido reconocidos en sus correspondientes estatutos de autonomía. Tiene varios dialectos en el territorio español, entre ellos: el aragonés (recluido en los valles próximos a los Pirineos), el leonés, el bable o asturiano (en realidad se trata de un conjunto de dialectos muy próximos entre sí, llamados bables, hablados en Asturias); y dialectos meridionales como el andaluz (conjunto de hablas que tienen rasgos comunes), el canario, el extremeño (dialecto con base castellana e influjo leonés) y el murciano (dialecto con base castellana, pero con muchos rasgos de aragonés y de valenciano). Por otra parte, la línea divisoria entre las zonas norte de Aragón y Cataluña presenta una zona de hablas catalanas y aragonesas de transición, entre las que se puede destacar el benasqués.
Para concluir esta exposición debe mencionarse el caló, variante del romaní, hablado por las personas de etnia gitana y los dialectos árabes hablados en los territorios africanos de Ceuta, Melilla y en aquellas zonas que están acogiendo un gran número de inmigrantes norteafricanos durante los últimos años.