«La cultura en lengua castellana no se puede entender sin Alfonso X»
Estatua de Alfonso X el Sabio en la Biblioteca Nacional
En 2021 se cumplían 800 años del nacimiento del «Emperador de la Cultura», Alfonso X, «uno de los monarcas más grandes de la España medieval», en palabras del catedrático en Historia Medieval de la Universidad CEU San Pablo, Alejandro Rodríguez de la Peña. Sin embargo, sorprende que este centenario –muy alejado ya del año de su conmemoración– no haya tenido la relevancia y trascendencia que se merece.
«Basta comparar, por ejemplo, este último centenario que se ha celebrado con el que hubo en época de Alfonso XII, donde el presidente del Gobierno y el Rey estuvieron presentes en el acto de conmemoración en la Real Academia de la Historia», recuerda Rodríguez de la Peña en conversación con El Debate.
Y apunta que, aparte de su estatua en la Biblioteca Nacional, Alfonso X el Sabio «no tiene un protagonismo en el callejero de Madrid. No es una figura que tenga el reconocimiento público que debería de tener dada la grandeza de su figura». Es más, a pesar de que «casi todo el mundo ha oído hablar de él; es una figura más o menos conocida y en el colegio se habla de él en general», el catedrático lamenta que no haya «una conciencia de lo importante que fue y de la brillantez de su figura a escala europea».
Por ello, el Instituto CEU de Estudios Históricos estrena un documental sobre este rey medieval con la participación de relevantes historiadores como Miguel Ángel Ladero Quesada, académico de número de la Real Academia de la Historia; Rafael Sánchez Saus, director de la Cátedra de Estudios Alfonsíes; Carlos Alaya, de la Universidad Autónoma de Madrid y el propio Alejandro Rodríguez de la Peña.
El Debate conversa con el catedrático de la Universidad CEU San Pablo para profundizar sobre esta figura que, en su opinión, «se merece estar junto a Carlos V, Felipe II o su propio padre, san Fernando III en la memoria colectiva» y que «quizá no brilla tanto como debería».
–¿Qué supuso el reinado de Alfonso X para nuestra historia?
–Pues es decisivo desde muchísimos puntos de vista. La verdad es que abarca todo desde la configuración de, por ejemplo, lo que es la cultura en lengua castellana. Él es el verdadero artífice de que se produzca la literatura científica e histórica y la legislación en lengua castellana por vez primera. Y además, unido a esto hay que añadir las Cantigas de Santa María, que son la lengua gallega, el gran monumento de la lengua gallega medieval.
En el plano cultural y científico, es un mecenas de las ciencias de las artes, de las letras, como no lo ha habido en la historia española. No sé si en algún momento, de nuestros siglos de historia, ha habido alguien, un monarca, un estadista, con esa proyección cultural.
Por eso hay que añadir su dimensión política. Él es también el que configura la idea de Estado, con raíz romana y basada en el derecho romano en la España medieval. Es cierto que es un proceso que él inicia y que no concluye hasta los Reyes Católicos, pero en cierto sentido se puede decir que las raíces primeras de la idea de monarquía nacional es también responsabilidad de Alfonso X el Sabio.
–¿Cómo definiría a Alfonso X?
–Es una figura compleja, llena de matices. Fascinante. Por un lado, como he dicho antes, tiene un perfil intelectual muy llamativo; de ahí el sobrenombre de El Sabio. Es una especie de rey científico, rey, poeta, trovador, legislador, historiador... En fin, tiene ese acusado perfil intelectual. Eso es lo que más llama la atención en una época en la cual todavía buena parte de la población era analfabeta.
Pero también llaman la atención su trágico destino. Es alguien que intenta llegar a ser emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, lo cual le convierte en una figura a escala europea que interviene en la política italiana de forma decisiva, pero que termina, como he dicho antes, de forma dramática trágica su reinado: es abandonado por todos, incluso por su propio hijo que se rebela contra él, pierde a su primogénito y esto crea una crisis que lleva a que quede aislado en Sevilla, con toda Castilla alzada contra su figura. Contrae una enfermedad que parece que tiene que ver con una especie de carcinoma que le ataca el cráneo, lo cual le deforman el rostro. En fin, su final es trágico, es una tragedia griega y esto también hace que su perfil humano sea fascinante.
–¿Cuáles fueron las cualidades que le valieron el sobrenombre de «El Sabio»?
–Alfonso X es una figura que, como otros reyes medievales, se dedica al mecenazgo científico, cultural y artístico. Pero lo que le hace especial es que él también no solo se dedica a financiar, reunir sabios y darle los medios para que se dediquen al cultivo de las ciencias y de las artes, sino que él mismo es un creador intelectual.
Se ha demostrado su participación en la obra historiográfica –la General Historia y la Historia de España–, en las traducciones científicas de sus colaboradores, en la compilación de las siete partidas –magna obra jurídica que lleva su nombre– o por supuesto, las cantidades que su obra más personal, las Cantigas de Santa María.
No es una labor de editor, meramente de editor, sino que va más allá; participa activamente en la redacción. No podemos hablar de una autoría en el sentido estricto del término, como lo podemos decir de Dante y su Divina Comedia, pero sí hay una cierta autoría en el sentido de que sus equipos científicos trabajan bajo la supervisión directa con participación e intervención directa del rey en la redacción de sus obras, lo cual le convierte en una figura casi única.
–En su intervención en el documental subraya ese carácter legislador del monarca y le describes como «el arquitecto de un proyecto de monarquía nacional». ¿Podría desarrollar ese concepto?
–Aunque el proyecto falló, fracasó porque las resistencias de la aristocracia y la rebelión de su hijo Sancho, abortará el proyecto, pero él pone en marcha un proceso, que retomará luego Alfonso XI cuando promulgue las Partidas y lo convierta en Foro Real de Castilla y luego esto ya nos podría llevar a los Reyes Católicos.
Con las Partidas y su proyecto de monarquía nacional lo que quiere es crear una monarquía, la Corona de Castilla, que fuera jurídicamente un territorio más o menos homogéneo, unificado con una unificación de derecho y no con una atomización o una un particularismo jurídico en cada territorio. En ese sentido, aunque el término centralización es anacrónico porque no deja de ser una corona donde hay una serie de reinos: el de Castilla, el de León, los reinos andaluces, el señorío de Vizcaya. Es decir, es siempre una monarquía compuesta, compleja, formada por una multitud de reinos. Pero sí hay un intento de cierta unificación jurídica, de inspiración romanista y de cierta idea de crear el concepto de lo público a partir de nuevo de la inspiración del Derecho romano.
En ese sentido, es un cierto anticipo de las monarquías nacionales de la Edad Moderna. Por lo que, en este sentido, es un pionero junto a los reyes de Francia –solo en Francia podemos encontrar en esa época un proceso tan avanzado– de construcción de la monarquía moderna. Y hay que reconocérselo. Las Partidas es un primer paso en una dirección que nos lleva a la monarquía moderna, a los Reyes Católicos.
–Es importante dar relevancia en su gran empeño por una primera crónica general de España, ¿qué supone esta obra?
–Pues tiene dos valores esenciales. El primero es una cierta conciencia de España que habría que ver exactamente a qué nos referimos con España en el siglo XIII. Pero sí hay una cierta conciencia de España territorial con un cierto pasado común, que configurará la historiografía hasta la época de los Reyes Católicos y de época de los Austrias, en el sentido de que es el gran referente historiográfico junto a Rodrigo Jiménez de Rada, para configurar esa visión historiográfica.
Pero en segundo lugar, como han señalado por ejemplo, Inés Fernández Ordóñez, una académica de la lengua, pues más allá de esa conciencia de España que vemos en ese en esa crónica, hay un hecho decisivo que es que se escribe en castellano y de cara al futuro del castellano como lengua universal, en una época en que castellano estaba reducido al mester de clerecía y a la épica; donde no había literatura científica ni jurídica ni de ningún tipo en el sentido de alta cultura en castellano, pues se puede decir que Alfonso X al decidir escribir en castellano estas crónicas constituye un paso decisivo de cara a una legitimación del castellano como lengua de cultura que conecta directamente con lo que luego hará Nebrija con la valorización del castellano como la lengua del imperio. Y esto empezaría, sin duda, con Alfonso X. Con los reyes anteriores, su padre Fernando y otros, las crónicas estaba en latín y no en castellano.
–El año 1256 es clave para Alfonso X, es elegido «Rey de Romanos» y aspira a ser Emperador de una especie de Europa...
–Bueno, aquí está el tema de qué quiere decir Europa en esa época. Claro, esto pasa igual que con la Europa de Dante, que es un tema interesantísimo. Pero en cualquier caso, lo que podemos decir que es la Europa de esa época giraba en torno a dos pilares que eran el papado y el imperio. Esa Europa que ellos llaman cristiandad, pero que ya en algunos autores y por ejemplo, en época de Carlomagno, a eso se le llama también Europa. Cuidado, porque no son sinónimos exactos. Pero bueno, Europa y Cristiandad como dos términos parecidos y que denotan ámbitos parecidos.
Pues bien, esa Europa-cristiandad, como digo, tiene dos pilares. Pues bien, Alfonso aspira a ser uno de esos dos pilares universales que es emperador romano. Roma es Europa, como Europa es cristiandad. Para ser Europa en el sentido de una unidad de la cristiandad latina –que es lo que luego se llamará Europa– hay que ser emperador romano y él aspiraba al imperio porque era hijo de Beatriz de Suabia, que a su vez era sobrina de emperadores del linaje imperial alemán, por tanto, eso le da un cierto derecho. Pero es que, además, recibe una embajada de la República de Pisa donde le propone la candidatura. Es decir, se puede decir que el 'gibelinismo' italiano, los gibelinos de Italia, que son los partidarios del imperio, ven en él al candidato ideal para ese trono imperial.
Luego él tenía una cierta idea de más allá del marco hispánico, del marco peninsular, ser una especie de referente político a nivel europeo. En este sentido, un cierto proyecto de hegemonía europea que, si llega a tener éxito, pues hubiera pasado por un cierto papel en Italia con sus aliados 'ginelinos' italianos y que hubiera pasado por jugar un papel como hegemón europeo haciendo frente a a potencias emergentes, como Francia, que es el gran rival. Luego, sí. Hay un cierto proyecto se puede decir, poniendo entre comillas, hay un cierto «proyecto europeo» de Alfonso X.
–¿Dónde podemos encontrar la huella de Alfonso X en la actualidad?
–Invito a ver el documental, pues se puede ver cómo su huella está en todas partes. En edificios... Al final, por ejemplo, más allá de lo que es poder escuchar la música de las Cantigas –lo cual es increíble, poder escuchar una música de esa época– es posible verlo en edificios marcados por él. Lugares. Hay lugares como el Puerto de Santa María, Sevilla, Murcia, Toledo... donde su huella está ahí.
Y luego, sobre todo, vuelvo a insistir en el origen de nuestra cultura en lengua castellana. Es que no se puede entender sin él. En este sentido, aunque todo ha cambiado mucho, el papel de lo que es la lengua castellana, que lo hablan 500 millones de personas en los cinco continentes, que es algo presente en el Pacífico y en América, en otros muchos lugares, pues hay que empezar a escribir esa historia siempre desde Alfonso X el Sabio.