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«La palabra del día» en
Colombia

11/02/2011

El EspectadorLas palabras esconden sus propias historias. Y Ricardo Soca lo sabe. Desde 1996, cuando creó La Página del Idioma Español, este periodista uruguayo ha intentado desentrañar el misterio y la aventura que hay detrás de cada vocablo. La reciente publicación en Colombia de Palabras Fabulosas, el segundo libro de una trilogía, es una buena muestra de ello.«Se me ocurrió ofrecer un boletín por correo electrónico en el cual iría, en cada envío, una palabra con su significado, su etimología, anécdotas interesantes sobre su historia, y empecé», afirma Soca. Esa primera experiencia le permitió publicar La fascinante historia de las palabras, el libro que dio pie a Palabras Fabulosas, una suerte de ampliación (y versión madura) de aquel primer emprendimiento.«Me interesó siempre desde niño el origen de las palabras, me hubiera gustado dedicarme más a eso, pero la vida me llevó por otros caminos», sostiene. Esos otros caminos tienen que ver con el periodismo, pues Soca fue durante muchos años corresponsal de El País, de España, en Brasil, el lugar en el que vivió una buena parte de su vida (24 años). Ésa retoma del camino («después de viejo empecé a dedicarme más a estas cosas»), que lo tiene tomando cursos de lingüística en la facultad, es prolífica en artículos y la preparación de nuevas publicaciones.La historia de Palabras Fabulosas se remonta al año 2006, cuando Soca volvió de Río de Janeiro y decidió ofrecer una nueva compilación de palabras. «Es un libro más maduro este, tal vez quiera ser un poco más académico, y en todo caso es muy riguroso, buscando siempre resultados sólidos, informaciones confirmadas, pero aquí ya llevaba la experiencia de un libro anterior, por lo cual sospecho que este pudo haber salido un poco mejor», afirma. «Lo que seguí haciendo —agrega— es buscar la historia interesante que puedan tener las palabras».«El periodismo es todo», aclara. Y lo es todo porque marca la diferencia más notable: en Palabras fabulosas hay un lenguaje sencillo, fluido, que tiene poco que ver con los mamotretos complejos de la academia. Esa decisión, que en modo alguno anula el rigor técnico, ha hecho posible que Soca llegue, con sus historias, a miles de hispanohablantes cada vez más seducidos por los mundos pasados que hay en cada palabra tan aparentemente presente, tan aparentemente cotidiana.