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«Ola k ase»: ¿Las redes sociales empeoran la ortografía?

13/10/2022
Sonia Recio

Imagen: Erik_Lucatero - Pixabay

El lenguaje se ha transformado con la inmediatez de las redes sociales y los más jóvenes son quienes más rápido se han adaptado al cambio: escriben como hablan

Las normas ortográficas parecen no existir en las redes sociales. Tildes, signos de puntuación y reglas gramaticales desaparecen como por arte de magia. A cambio, se utilizan abreviaturas, emoticonos y traducciones fonéticas. Algunos expertos aseguran que los más jóvenes cometen cada vez más faltas, mientras que para otros la situación no es tan grave. Profundizamos en ambas posturas en este artículo.

“¿Ola k ase?”. “Tbo + tarde, xoxo!”. “Loviu 4ever”. “Manda was URG”. Muy probablemente habrás recibido (o enviado) algún mensaje similar en alguna red social. Esta nueva manera de comunicación está caracterizada por la inmediatez, lo que provoca que se cuide poco o nada lo que se escribe. En los últimos años, el lenguaje ha ido transformándose. Los más jóvenes son los que más rápido se han adaptado al cambio: escriben como hablan. Pero, mal que nos pese, los adultos tampoco nos hemos quedado atrás. Cometer errores ortográficos y gramaticales no es un coto privado generacional.

Algunos expertos se muestran preocupados por este deterioro del lenguaje, que asocian con la pérdida del hábito de la lectura, especialmente entre los más pequeños.

Otros, en cambio, quitan dramatismo al asunto y opinan que escribir mal en las redes sociales no tiene por qué reproducirse en otros contextos. De hecho, ven positivo el uso de los dispositivos electrónicos como instrumento de comunicación ya que, dicen, mejoran las habilidades sociales e intelectuales. 

Estos son los argumentos de una y otra parte.

Las redes sociales no empeoran la ortografía

Cometer faltas de ortografía en las redes sociales no implica necesariamente que se escriba mal en otros contextos. Lo explica Ona Domènech, profesora de los Estudios de Artes y Humanidades de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC): “Cuando las personas escriben en los medios digitales instantáneos, tales como WhatsApp, priorizan la rapidez y el contenido del mensaje por delante de la forma, haciendo uso de la escritura abreviada, sin acentos y con emoticonos”.

Hay varios estudios que apoyan esta teoría. Es el caso de Lol: el nuevo idioma y ortografía de la mensajería instantánea, publicado por varios profesores del departamento de psicología de la Universidad de Alberta y de Regina en Canadá. Los investigadores consideran que, si bien la mensajería instantánea contiene una gran variedad de nuevos tipos de lenguaje, caracteres y palabras (identificaron hasta 14 diferentes), la capacidad ortográfica de los jóvenes no se ve alterada por esta circunstancia.

El uso de atajos lingüísticos —que es como definen los autores el empleo de abreviaturas, acrónimos, palabras con letras o números y grafías fonética— se debe a la necesidad de comunicarse más con más rapidez. El estudio califica a los fallos ortográficos como errores tipográficos, lo que (a la larga) provoca la aparición de nuevas palabras. Para los investigadores, la mensajería instantánea tiene un gran potencial como elemento motivador de la escritura dentro del entorno escolar.

El estudio ‘La influencia del lenguaje del chat (textese) en la gramática y las funciones ejecutivas de los niños de primaria’, en el que participaron profesores de distintos departamentos de la Universidad de Utrecht (Holanda), apoya la teoría pro redes sociales y lenguaje. Para los investigadores, el uso los dispositivos electrónicos para comunicarse, ya sea enviando un simple SMS o participando en las redes sociales más activamente, no tiene por qué deteriorar la ortografía.

El lenguaje utilizado en el entorno digital no solo puede optimizar las habilidades de los niños en el lenguaje escrito, sino que también puede mejorar sus habilidades. “Está positivamente relacionado con el rendimiento gramatical y no afecta a sus funciones ejecutivas”, exponen los autores. El trabajo muestra, además, que la capacidad de los pequeños al cambiar de un código comunicativo a otro indica aptitud de competencia social y una alta capacidad intelectual.

Las redes sociales sí empeoran la ortografía

En Smartick, herramienta de educación online, no son de la misma opinión. Consideran que las redes sociales empeoran la ortografía de los menores. Apuntan que leer y escribir textos que contienen errores gramaticales de manera continuada crea una inadecuada representación de las palabras y fomenta las faltas ortográficas. “A los niños les basta con leer entre seis y ocho veces una palabra para que pase a formar parte de su léxico”, aseguran.

Entre los fallos más habituales cometido por los niños, Smartick señala los siguientes:

  • Confundir “a ver” y “haber”.
  • Usar de manera incorrecta la h.
  • Mezclar “ahí”, “hay” y “ay”.
  • Usar mal el “porque”, “por qué” y “porqué”.
  • Huir de los signos de puntuación, principalmente comas.
  • Olvidar las tildes.
  • Escribir nombres propios en minúsculas.
  • Liar la b y la v.

Para la plataforma educativa, fomentar el hábito de la lectura diario es una de las mejores soluciones para mejorar la ortografía. También recomiendan establecer una rutina de repaso con ejercicios ortográficos.

Los mayores también escriben mal en redes sociales

Los niños no son los únicos que escriben sin respetar las reglas ortográficas. Un estudio realizado por la Universidad de Alcalá (UAH) alerta de que el 90 % de los jóvenes admite cometer faltas de ortografía cuando escribe en las plataformas sociales. Además, un 88,5 % asume que no cuida la elaboración de sus textos al escribir en dispositivos móviles tal y como haría en otro formato. Y en torno al 20 % de los estudiantes de la ESO afirma escribir como hablan.

Para Silvia Gumiel, profesora de lengua española de la UAH y autora del trabajo, el problema “va más allá de las faltas de ortografía que pueda cometer un graduado universitario y se extiende a las cuatro destrezas básicas (expresión oral y escrita y comprensión oral y escrita) desde edades tempranas’.

Gumiel considera que es la combinación de varios factores lo que desencadena esta situación:

  • Por un lado, “hay una falta de interés por el cuidado a la hora de escribir. Nuestro nuevo estilo de vida pone la rapidez por encima de todas las cosas y un texto bien escrito requiere un proceso que necesita tiempo”.
  • Otro aspecto es “la falta de amor por la lectura”.
  • El tercer factor es “la absurda diferenciación en la que se está incurriendo entre estudiantes de Humanidades y de Ciencias. Se ha asumido erróneamente, en algún momento, que escribir es una actividad propia de los saberes humanísticos, de manera que no se ha potenciado en todos los estudios por igual”.