¿Aprender un idioma en diez
días?
Jorge Zapp, La RazónHace un par de semanas entré a la página del Washington Post, periódico estadounidense que ejerce una crítica permanente del sistema. Me llamó la atención una columna sobre el aprendizaje de idiomas. Para un diario tan respetable sonaba inimaginable su título: «Cómo aprender un idioma en diez días». Me sumergí en el artículo sobre el Dr. Pimsleur (Ph.D), un profesor de idiomas de alto nivel que se preguntó hace unos 20 años: ¿cómo aprenden a hablar los niños, sin gramática, sin profesor, sin textos, sin salón de clase y sin saber leer? ¿Qué estamos haciendo en el departamento de idiomas en nuestra universidad?La respuesta lógica parecía una perogrullada… “el niño aprende simplemente oyendo hablar a los adultos y otros niños, interesándose por la atención que ponen a esos ruidos y su relación con sus acciones y luego intentando reproducirlos para lograr su atención, para pronto entrar a participar en la conversación”. Más aún, los niños desarrollan un núcleo creciente de vocabulario básico utilizable en ambas direcciones.Con esta idea, el Dr. Pimsleur generó un ambiente auditivo de riqueza creciente diseñado cuidadosamente desde la neurolingüística (hoy en cuatro CD), en el cual un adulto, con mucho mejores herramientas lógicas aunque con menos capacidad de generar conexiones nerviosas, puede adentrarse en los vericuetos de un idioma cualquiera, desde el chino mandarín hasta el portugués. En un par de años ha vendido 25 millones de copias en más de una decena de idiomas por $us 10 c/u, curiosamente constituye la puerta de entrada a las lenguas del mundo para agentes de la CIA, la DEA y el FBI. ¿Puede ser tan obvio? ¿Dónde está la trampa?Mi hija, aunque tiene doble nacionalidad y vive en los Países Bajos desde hace más de diez años, habla muy buen inglés y holandés pero nunca se dieron las condiciones para que aprendiera el alemán. Por fortuna su pasaporte lo recibió de niña, ya que hoy le exigirían un manejo aceptable del idioma. En la oficina de Dow Chem, en donde trabaja, le ofrecieron clases gratuitas de alemán y ahora en diciembre, luego de seis meses de batalla, descubrí que no había aprendido casi nada. Le envié el link de los cursos de Pimsleur, se emocionó y pidió los dichosos CD, y cuál no sería mi sorpresa cuando ayer me llamó por Skype y mantuvo conmigo una conversación en alemán básico con excelente pronunciación. En un par de semanas era ya capaz de entender y hacerse entender. Me contaba que se había dedicado a oír y practicar mientras conducía a la oficina, cerca de media hora al día, y un poco más en casa. La única limitación es que toda la parte explicativa está basada en el idioma inglés, ya que el sistema fue planeado para los estadounidenses, pero… ¡La cosa funciona! ¿Qué tal el aymara, el quechua, el inglés y el brasilero con base en español?