¿Es posible aprender lengua con un envase de yogur, una caja de zapatos o una taza?
Una reflexión (y un método) para la adquisición de una lengua
La mayoría de los objetos cotidianos contienen escritura de algún tipo junto a otros códigos semióticos (dibujos, flechas, diagramas). Existe una metodología innovadora llamada “Realia con escritura” que promueve la consideración de estos objetos como recursos pedagógicos, que se integran de modo natural en el aprendizaje de una lengua. Dicha metodología la hemos aplicado a la reflexión sobre la propia lengua materna.
En el proceso de enseñanza y aprendizaje, los recursos y materiales didácticos tienen mucha importancia. Deben cumplir una serie de requisitos y funciones para que se pueda validar su eficacia pedagógica.
Por eso, planificar y sistematizar lo que queremos llevar al aula es una reflexión prioritaria y que preocupa tanto a profesorado novel como al experimentado.
Tipos de materiales didácticos
La metodología Realia con escritura se puede aplicar a la disciplina de Lengua castellana y Literatura y, especialmente, a la formación de futuro profesorado. Reivindicamos con ella el potencial “policomunicativo” de los objetos cotidianos, válidos para reflexionar sobre los usos naturales de la propia lengua, desde un enfoque lúdico y multimodal. Pero ¿por qué llevar estos materiales al aula?
Tradicionalmente en ella encontramos los denominados materiales didácticos ad hoc. Nacen estos con una intención formativa y didáctica a priori. Los libros de texto, los cuadernillos de refuerzo o ampliación, las fichas de trabajo y, más recientemente, los soportes audiovisuales complementarios (audios y podcast educativos, enlaces a blogs) son, en su conjunto, recursos portadores de un estilo comunicativo y educativo estandarizado, y muy comunes aún en la práctica docente.
En segundo lugar, están los llamados materiales “auténticos”: revistas, periódicos, guías de viaje, catálogos… que contienen muestras vivas de la lengua y que el profesorado convierte en material pedagógico. No han nacido con un fin didáctico, pero reactivan el aprendizaje de la lengua, ahora desde un enfoque comunicativo.
Destacamos, en tercer lugar, los denominados “realia” o cosas. Se trata de objetos reales (frutas de plástico, muñecos, figuras), carentes de marcas lingüísticas. Son altamente motivadores y su manipulación favorece el reconocimiento e identificación de conceptos. Se convierten en grandes aliados para el juego dialógico en torno a ellos (aprender tocando).
La utilidad de las etiquetas
Y, finalmente, le llega el turno a los que etiquetamos como realia con escritura. Son objetos cercanos al ámbito estudiantil; su requisito: contener mensaje escrito junto a otros códigos comunicativos. Ello permite analizar la lengua en contexto, frente a la lengua aislada o lengua como sistema.
Envases y cajas (galletas, té, medicamentos, zapatos), bolsas de comercios, vasos de yogur, botes de mermelada, etiquetas, estuches, tazas… se reciclan en el aula como nuevos materiales didácticos.
Son útiles para reconocer tipologías textuales (textos publicitarios, literarios, instructivos…); para repasar las familias léxicas, las expresiones antónimas; para diferenciar abreviaturas de siglas y acrónimos; para distinguir usos adverbiales, reconocer las diferentes estructuras sintácticas; para descubrir la carga irónica o sugestiva con la que el producto nos quiere convencer…
En definitiva, para acercarnos a la lengua cotidiana desde el atractivo desafío que supone teorizar sobre ella más allá del libro de texto al uso.
La atenta mirada del aprendiz puede hallar en cada objeto ejemplos pertenecientes a los diferentes sistemas de la lengua: fonético-fonológico, léxico-semántico, morfosintáctico.
Fortalezas metodológicas del realia con escritura
Esta propuesta se inspira, metodológicamente hablando, en el enfoque del aprendizaje significativo. Este busca atender la variable motivacional (aprender con lo que ya sabemos, involucrarnos, interés, autoeficacia y meta competencial) y la reflexión metalingüística sobre la lengua materna.
Y se contextualiza, además, en la metodología instructiva de los materiales docentes, pues indaga en las funciones que estos deben cumplir (versatilidad, accesibilidad, potencial motivador, multimodalidad, naturaleza tangible, poder inclusivo…).
A partir de su manipulación, el alumnado identifica, en una primera fase, los contenidos lingüísticos de distinta naturaleza que presenta: epistemológicos o conceptuales, instrumentales, socioculturales.
La segunda fase se reserva a su explotación didáctica. La versatilidad de estos nuevos materiales invita a generar todo tipo de dinámicas y tareas: construir minirrelatos, elaborar decálogos de normas ortográficas, diseñar mapas conceptuales sobre la cortesía lingüística, etc.
Antes de tirar el envase de lo que come, viste y calza, eche un vistazo a su mensaje. Recicle el conocimiento que tiene de su propia lengua y compruebe cuánto input lingüístico saboreamos diariamente.
Juana-Rosa Suárez Robaina es docente e investigadora del Departamento de Didácticas Específicas de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria