Por Ker Than National Geographic SocietyEl estudio, publicado en internet el 12 de junio en la revista Plos One, es el primero en mostrar que la geografía puede influir en cómo suena un idioma. “Tenía la hipótesis de que (ciertos sonidos) podrían ser más comunes en grandes altitudes”, dice Caleb Everett, coautor del estudio y lingüista antropológico de la Universidad de Miami. “No estaba del todo convencido de que fuera a encontrar evidencia de ello, pero cuando efectivamente revisé los datos, la distribución fue bastante abrumadora”, indica. Usando una base de datos de internet que categoriza los idiomas según sus características, Everett analizó la ubicación de aproximadamente 600 de los casi 7.000 idiomas del mundo. Descubrió que 92 por ciento de los idiomas que estudió contiene consonantes expulsivas, sonidos producidos con un intenso estallido de aire y que no se encuentran en el idioma inglés. Además, la mayoría de los idiomas que contienen consonantes expulsivas se habla en, o cerca de, cinco de seis regiones de gran altitud en todo el mundo. Se definió las regiones de gran altitud como aquellas situadas a 1.500 metros por encima del nivel de mar. Estas regiones son la cordillera de Norteamérica, los Andes y el altiplano andino, la meseta surafricana, la meseta del Rift de África Oriental, las montañas etíopes, las montañas del Cáucaso y la meseta Javaljeti. Everett recuerda haberse sorprendido con su descubrimiento. “Recuerdo haberme parado del escritorio y haber dicho: ‘Vaya, esto es una locura’. Mi primera pregunta fue: '¿Cómo no lo habíamos visto?'”, precisa. Everett especuló que las consonantes expulsivas son más fáciles de producir en grandes altitudes porque la presión del aire disminuye con la altura y requiere menos esfuerzo comprimir aire menos denso. “Algunas personas sostendrán que sólo es un accidente histórico, que simplemente resulta ser que los idiomas con consonantes expulsivas se hablan en grandes altitudes”, destaca Everett. “Es posible, pero muy improbable. realmente no hay excepciones”, apunta. Bueno, casi no hay excepciones. Hay una región de gran altitud donde los idiomas que se hablan no tienen consonantes expulsivas: la meseta tibetana. Everett afirma desconocer por qué el Tíbet es una excepción. “Realmente no sé”, admite. Everett actualmente está buscando otras conexiones posibles entre la geografía y el lenguaje. Está siguiendo una hipótesis, propuesta por primera vez en 1996 por el lingüista Robert Monroe y otros, que dice que el clima puede afectar la estructura silábica de un idioma. “La esencia de su afirmación es que en el clima cálido la gente depende de vocales más que de consonantes porque la gente tiende a estar más separada en este clima porque salen más, y las vocales son más fuertes que las consonantes”, destaca Everett. “No apoyo su hipótesis, pero creo que estaban cerca de algo”, finaliza.