¿Por qué publicar libros en lenguas indígenas si nadie los lee?
Es lamentable que una de las principales descalificaciones que sufren las publicaciones que se realizan en lenguas mexicanas distintas del español se base en la falta de lectores potenciales. Hace unos días leía una columna que descalificaba la publicación de un material de divulgación sobre nanociencia y nanotecnología en lenguas como el mixteco y el náhuatl, argumentando que ambas lenguas sólo son orales por lo que, publicar un material escrito era sólo una necedad de los autores y era, a lo más, un acto simbólico.
Para comenzar, el autor, como muchos otros, ignoraba la tradición escrita en ambas lenguas que fue truncada en los comienzos de la vida de México como un Estado independiente. Para continuar, habría que considerar si el número de lectores debe condicionar el desarrollo editorial en una lengua en específico; bajo esta argumentación, el propio Gutenberg hubiera preferido no publicar libros considerando que la población alfabetizada en su época era, por decir lo menos, muy escasa. A principios del siglo xx, la gran mayoría de los habitantes de México era analfabeta y nadie pensó en ese momento que la falta de un número considerable de lectores fuera un argumento para no publicar libros; al contrario, para crear lectores es necesario que existan impresos. Es verdad que los libros se publican para ser leidos, pero también son objetos que registran. Si el número de publicaciones en español se regulara por el índice de lectura en México, probablemente se publicaría poco. El número de lectores no ha condicionado la publicación de libros y no puede hacerlo, ni en español ni en mixe ni en zapoteco. Si no hay lectores en una lengua determinada, la solución no es dejar de publicar en esas lenguas, la solución es crear lectores.
Por otra parte, no es verdad que las lenguas indígenas no cuenten con lectores, somos pocos pero existimos y queremos leer en nuestras lenguas. La ventaja de que casi todo está por hacerse en cuanto a la creación de lectores en muchas lenguas indígenas es que podemos hacer esta labor de una mejor manera que la manera en la que se ha hecho en español, diseñar espacios de fomento a la lectura y campañas mejor pensadas que no apelen solo a una cantidad de minutos mínima para leer.
No hay que menospreciar tampoco el impacto simbólico y real que un libro impreso en lenguas indígenas puede tener en sus hablantes. No olvido la primera vez que una prima mía vio un libro impreso en mixe, aunque no podía leerlo aún, estaba impresionada del hecho mismo de que en su lengua materna también se escribe y también se utiliza para crear esos objetos que parecieran existir sólo en español: los libros. En un contexto que repite siempre y de muchas formas que las lenguas indígenas son menos valiosas, publicar en ellas supone un acto de resistencia y cobra profundas implicaciones sociales, políticas y reivindicativas. Un libro en huave y un libro en español, siendo ambos el mismo tipo de objeto, tienen repercusiones totalmente distintas en un contexto como el actual. Publicar un libro en huave, o en cualquier lengua indígena, se vuelve una declaración de principios. Me gustaría que al final de mi vida pudiera tener al menos un librero, real o virtual, lleno de libros publicados en mixe que hablen sobre los más diversos temas. Al menos un librero mediano, si no es mucho pedir.
[1] Licenciada en Lengua y Literatura Hispánicas. Hablante nativa de ayuujk, se dedica al estudio y difusión de la diversidad lingüística de México y de lenguas en riesgo de desaparición