¿Qué pasa en el cerebro cuando aprendemos a leer?
SobreCiencia conversó con Juan Carlos Valle Lisboa, docente de Facultad de Psicología e integrante del Centro Interdisciplinario en Cognición para la Enseñanza y el Aprendizaje (Cicea), de la Universidad de la República, sobre los procesos neurológicos que ocurren en el aprendizaje de la lectoescritura.
“Este es un tema que se ha debatido mucho en la comunidad internacional, saber qué tanto puede aportar la neurociencia a la educación. Y si hay aportes, sobretodo si la neurociencia trabaja en conjunto con la psicología cognitiva y con otras ramas de las que se llaman las ciencias cognitivas, porque son las que han estudiado más qué pasa cuando aprendemos. Podemos decir que tenemos una teoría bastante bien soportada de qué precisamos para aprender a leer y eso es un tema interesante que está bueno que se conozca. Las teorías no son los métodos, los métodos son los que aplica el maestro en la clase y eso es más complejo, pero sí está bueno tener algunas ideas o principios, y un poco de es lo que se trata en el taller”, contó.
Valle Lisboa dijo que una de las bases que no nos tomamos en serio es que no es tan natural aprender a leer ya que “se habla que la escritura se inventó en la Mesopotamia hace cinco o seis mil años, pero en la mayor parte de la existencia del homo sapiens no hay escritura, algo diferente al lenguaje. Porque cualquier tribu perdida en cualquier lugar del mundo tiene un lenguaje articulado y complejo. Tenemos toda una serie de procesos para aprender el lenguaje, pero para aprender la lectura no. La lectura es un invento, es una tecnología, que es interesante porque utiliza zonas del cerebro muy específicas, y eso es sorprendente”, agregó.
El experto resumió que cuando aprendemos a leer tenemos que “reciclar” parte de nuestro cerebro, porque parte de las capacidades de distinguir, del reconocimiento visual de patrones, son recicladas para reconocer las letras y asignarle significados.
“Cuando uno analiza desde el punto de vista neurobiológico, lo que pasa es que cierta zona del cerebro, que se especializa en reconocer caras u objetos complejos, empiezan a reconocer estas estructuras cuando uno aprende a leer. Eso tenemos que lograr, que el sistema visual se empiece a acostumbrar, que aprenda a reconocer y sepa distinguir letras y palabras. Incluso cuando leemos de forma experta ya no lo descomponemos, pero sí tenemos que hacerlo cuando nos encontramos con una palabra desconocida. No vamos letra a letra, pero al principio, y para palabras muy desconocidas, no queda otra. Lo que dice básicamente la neurociencia es que ese proceso inicial hay que hacerlo bien, y eso requiere enganchar lo visual con el sonido, con el lenguaje”, detalló.
El científico dijo que cuando se aprende a leer, cambia la agudeza visual y cambia la capacidad de percibir el sonido de la lengua. Por eso enfatizó que en los procesos iniciales, el ejercicio caligráfico es importante, ya que existe evidencia de que es importante que los niños dibujen las letras y las palabras y desarrollen sus propias escrituras.
“A cualquier edad se puede aprender a leer y a escribir, hay muchos casos de analfabetos tardíos que se les enseña a leer a escribir, e incluso los cambios que ocurren en su cerebro son muy parecidos a un niño que empieza a leer y a escribir. Pero empezar muy temprano puede tener problemas de frustración, porque hay niveles de maduración que son muy importantes seguir en el niño. El niño tiene que poder a jugar con los sonidos del lenguaje, tiene que hablar más o menos bien, tiene que tener un léxico claro, porque si no hay un buen desarrollo fonológico, no es bueno empezar”, aclaró.
Con respecto al aprendizaje tardío Valle Lisboa puntualizó que parte de nuestro vocabulario lo aprendemos leyendo, ya que vamos adquiriendo nuevas palabra y nuevas estructuras gramaticales sin darnos cuenta. Por eso, el empezar muy tarde, hace que la persona conozca menos palabras y haya visto menos estructuras.
“Por eso los niños tienen que leer y continuar leyendo. Por ejemplo a un adolescente de 15 años que nunca leyó nada, hay muchos libros que no voy a poder darle como “100 años de soledad”, pero tampoco le voy a dar un libro infantil porque es el que puede entender. Ahí está el problema, cuando las personas se pierden del camino de la lectura. Está claro que como forma de acceder a la cultura y a niveles más elaborados del conocimiento la lectura te cambia pila, es una de las tecnologías más importantes que seguimos teniendo. Leer y escribir sigue siendo una de las cosas que más ha cambiado el mundo”, reflexionó.
“Hay un rol importante, y creo que la nueva Universidad de la Educación cuando salga tiene que trabajar en eso, es que así como formamos a los médicos para que sean críticos con la literatura científica va a tener que pasar lo mismo con los educadores. Vamos a tener que considerar que el educador es cómo el médico de la mente. Y hay que darle las herramientas para que pueda hacer ese proceso de evaluar la literatura críticamente".
“Es importante que los niños aprendan a descomponer los sonidos de las palabras, que aprendan el sonido de las letras, cómo se componen, que tengan experiencia lectora, que es importante escribir y que sigan creciendo en su capacidad de aprender a leer”, concluyó.