“El traductor ideal de un poeta tiene que ser otro poeta”, dice el escritor chileno Marcelo Pellegrini
Marcelo Pellegrini viajó a México en marzo e impartió un taller de traducción en la Universidad Iberoamericana / Fotos: Laura Herrera
Cuando el poeta Marcelo Pellegrini salió de su natal Chile en 1997 - con rumbo a California, para estudiar su doctorado en la Universidad de Berkeley - jamás imaginó que, además de escribir sus propias obras, se encargaría de traducir Constancia y claridad: 21 sonetos de William Shakespeare y publicaría Figuras del original, una compilación de sus traducciones del inglés y el portugués al español.
El autor de los poemarios La fuga (1992-2007), El doble veredicto de la piedra (2011) y Los delatores (2020), quien impartió un taller de traducción durante el mes de marzo en el Departamento de Letras de la Universidad Iberoamericana, mencionó: “Yo empecé con el portugués, después, cuando me fui a vivir a Estados Unidos, con el inglés, pero yo no pensaba traducir poesía, mucho menos a Shakespeare, salió por casualidad”.
Para el Dr. Pellegrini —quien cuenta con una prolífica lista de ensayos sobre poesía chilena de la década de 1990, sobre Gonzalo Roja y también ha escrito sobre poetas como Gabriela Mistral, José Gorostiza, Emilio Adolfo Westphalen y Pedro Lastra—, “la traducción es una forma de creación, la diferencia (entre traducir y generar una obra propia) está en que cuando uno escribe un poema no sabe a dónde va a llegar y con la traducción sí sabe porque ya está el producto ahí, es un viaje al revés, está como cruzado”.
Sobre los retos de traducir poesía
En su obra La Ignorancia, Milán Kundera describe un sentimiento que experimentan las personas que emigran y reflexiona sobre cómo en diversos idiomas no existe una única palabra para describirlo, en español, por ejemplo, sería una mezcla entre añoranza y nostalgia; sin embargo, para el autor checo, en el caso del portugués, saudade sí expresa ese estado de ánimo.
Cuando traducimos un cuento o una novela y nos enfrentamos a la complejidad que plantea Kundera, podríamos describir ese concepto con varias palabras, pero ¿qué pasa en el caso de un poema, que cuenta con un ritmo, una medida y otras características literarias específicas?
“Hablamos de eso en el taller que tuvimos aquí en la IBERO, si hay alguien que quiere traducir un poema y reproducirlo en otro idioma, lo que el poema significa es una cosa, yo no creo que los poemas tengan que ver con significado, para mí la traducción de poesía es fundamentalmente forma”, nos explica el Dr. Pellegrini.
“Un poema es forma por sobre todo, sea con verso medido y rima —o no—, sea con verso libre —o no—, es fundamentalmente forma y al traducir, cuando digo forma, quiero decir tanto extensión del verso, extensión de la estrofa y ritmo, medida si es que la tiene y ritmo, que todos los poemas tienen ritmo porque el lenguaje tiene ritmo”.
“Si yo traduzco, digamos, un soneto de Shakespeare, para mí la forma es fundamental porque son sonetos, son formas fijas, son versos fijos, una medida fija y hay rima, entonces yo intento reproducir eso, podría traducirlo a prosa, pero para mí eso es como un conato de traducción, es un intento y quizá lo haría para una guía para el poema, para una versión final”, dice el escritor, quien actualmente es profesor en la Universidad de Wisconsin-Madison.
Asimismo, “si yo me encuentro con un poeta que no escribe con rima, que no escribe con verso medido, pero; por ejemplo, usa los espacios de la página, también quisiera reproducir eso y así, todo el aspecto formal que muchas veces coincide con lo que llamamos despectivamente el aspecto superficial, es precisamente lo más importante”.
Las y los poetas son ideales para traducir poesía
Dado el dominio teórico que implica traducir un poema y las implicaciones lingüísticas que señala Milán Kundera, le preguntamos al Dr. Marcelo Pellegrini: ¿es necesario ser poeta para traducir poesía? y ¿traducir poesía es como generar una segunda obra?
“Sin duda, cuando una o un traductor toma decisiones respecto de un verso está creando, por eso pienso, no es estrictamente necesario, pero creo que el traductor ideal de un poeta tiene que ser otro poeta, no es un dogma, pero implica entender el proceso creativo en reverso, el negativo, por decirlo así de la escritura de un poema en la traducción”.
Para el escritor chileno, la diferencia entre generar un poema propio y traducirlo es que en el primer caso “cuando yo escribo, empiezo y no sé qué me espera, mientras que en el segundo, ya hay un producto final y se genera una obra basada en él”.
¿Connotación y denotación?
“Cuando mencionaste La Ignorancia, de Milán Kundera, me quedé pensando en saudade porque yo tengo familia que vive en Brasil y he pasado mucho tiempo allá; de hecho, algún tiempo estuve enseñando español y un día en mi clase hubo una discusión entre quienes decían que sí era el equivalente a nostalgia y otros que la describían con mayor profundidad y comenzaron a pelear un poco porque saudade es como un orgullo nacional, pero en lingüística, si hablamos de este tipo de diferencias y percepciones tienen que ver con la connotación y denotación”, recuerda el Dr. Pellegrini.
Incluso compartiendo nacionalidad y hablando un mismo idioma, cada persona tiene un contexto que determina el significado de un concepto o una palabra y esa situación se vuelve más compleja cuando intervienen otras lenguas, el Dr. Marcelo nos pone un ejemplo:
“Claude Lévi-Strauss decía que había pasado temporadas enteras hablando inglés y temporadas enteras hablando francés y la palabra ‘queso’ —que en inglés es cheese y en francés, fromage— le hacían pensar en cosas distintas; cuando decía cheese le remitía a algo liviano y con fromage se imaginaba algo denso, entonces, aunque significan lo mismo la connotación es distinta. En el caso de nostalgia y saudade en portugués, pienso que en la primera predomina la denotación y en la segunda la connotación”.
Estudiar otro idioma nos abre el panorama sobre nuevos conceptos e incluso refuerza los conocimientos que tenemos sobre nuestra lengua materna y en este sentido, una de las recomendaciones del Dr. Marcelo Pellegrini para cualquier persona que estudia humanidades, incluso si no piensa dedicarse a la traducción, es aprender, al menos, a leer en otro idioma.
“Las y los científicos tienen que aprender inglés porque el 99% de la ciencia se escribe en ese idioma, yo tengo un amigo que es un gran ornitólogo y todo lo escribe en inglés, incluso cuando hizo su doctorado en Alemania, tenía que escribir todo en inglés; en el caso de la literatura, puede ser o no inglés, pero creo que una persona que estudia humanidades tiene que leer al menos en otro idioma para enterarse de nuevas cosas”, menciona el poeta.
Sobre los idiomas y la literatura
Con relación a las teorías de que cada idioma representa una forma de pensamiento distinta, el escritor chileno menciona “no soy lingüista, pero sí pienso que, por ejemplo en el caso del francés, es una lengua especialmente dotada para la prosa, el inglés es más dotado para la poesía, igual que el alemán, los expertos dicen que es el idioma más poético porque es el más rítmico, aunque nosotros pensemos que el alemán es el más duro y el francés o el italiano sean más dulces”.
“No sé si alguna vez han visto a Roland Barthes o a Michel Foucault en videos, la manera en la que hablan es digna de apreciarse, la sintaxis oral del francés está como hecha para el pensamiento y eso lo atribuyo a la historia del país y a la estructura del idioma… Durante mucho tiempo, hasta el siglo XIX, el francés era el idioma del conocimiento y de la política, lo que hoy es el inglés en el mundo”, dice el escritor.
“Vi un libro el otro día Cuando Europa hablaba francés, en el que mencionan que ellos protegen mucho su lengua, incluso tiene la oficina de la francofonía y hace 50 años la mitad de África hablaba francés, actualmente, además de sus idiomas nativos, en la mayor parte del continente predomina el inglés y es interesante porque los ingleses no hacen nada por proteger su idioma, no tienen una real academia, tienen el Oxford English Dictionary, pero es porque fue uno de los primeros y el más completo; sin embargo, no hacen grandes esfuerzos e igual el inglés se impone, quizá porque es más fácil, más sintético”, señala el Dr. Pellegrini.
Hoy en día los idiomas más hablados en el mundo son el chino mandarín, el inglés y el español; al respecto, el profesor de la Universidad de Wisconsin-Madison menciona que, además del número de hablantes por nacimiento como en el caso de China, “una de las características para que un idioma se imponga es que ofrezca una riqueza increíble como el francés o que sea muy práctico como el inglés”.
¿Qué opina el poeta chileno sobre el español?
El poeta y ensayista, quien se declara un gran admirador de Sor Juana Inés de la Cruz, nos responde con una divertida anécdota: “Cuando llegué a EU, el departamento de español de la universidad estaba junto con el de francés e italiano y había una profesora de italiano, muy simpática, que cuando nos escuchaba a los hispanohablantes charlar en nuestro idioma nos decía ‘lingua brutta’ porque la medida natural del español es de ocho sílabas, por eso la poesía popular está hecha en ocho sílabas, mientras que la medida natural del italiano es más larga, por eso suena como si estuvieran cantando y el español es como una metralladora, más duro y más corto”.
“El griego es parecido en cuanto a longitud; de hecho, había un grupo de griegos que se juntaban los sábados en un café de California y cuando los escuchaba, yo pensaba de lejos que estaban hablando español”, nos comparte el Dr. Pellegrini, quien radica en EU desde hace más de 20 años.
Esa multiculturalidad que se vive al otro lado del Río Bravo, es muy valiosa para alguien dedicado a la escritura: “Otro día estaba con un amigo y escuchamos a un grupo de personas hablando en un idioma que creímos era francés, luego llegó una chica a la que conocíamos y era turca, pusimos atención y nos dimos cuenta que efectivamente era turco y no francés”.
Mientras continúa con su relato y su sonrisa crece, los ojos azules del escritor chileno se avivan emocionados y se concentran a la izquierda como intentando recordar los detalles de su historia: “Íbamos diciendo ‘pero qué musical suena el turco’ mientras salíamos del restaurante y nos encontramos con un grupo de coreanos, entonces mi amigo voltea y me dice un comentario políticamente incorrecto ‘es más lindo el turco’ —señala entre risas— porque claro, el idioma coreano y el japonés son más cortos y más rápidos”.
“Yo no puedo hacer abstracción del español porque lo entiendo, pero cuando estoy en un café y escucho a gente hablar en inglés no me cuesta nada hacer abstracción del significado, escucho puro sonido. Sobre qué opino del español - achica un poco los ojos mientras piensa lo que dirá, es un idioma que por suerte se habla en muchas partes, en el que se han escrito grandísimas obras literarias y para mí eso es más que suficiente”, finaliza el poeta.