“Experience” está por todas partes: ¿hacia dónde va nuestro paisaje lingüístico?
Resulta que este sábado abren una nueva pop-up store en el centro, y en dos semanas empieza el Christmas market, y qué mejor momento que la Navidad para tener una gourmet experience como esa que anuncian unos grandes almacenes. La cursiva nos avisa, acusadora, del origen ajeno de estos términos que muchos de nosotros, como lectores, identificamos ya como propios. Son parte de nuestro día a día, especialmente en contextos urbanos.
Pop-up store o gourmet experience son ejemplos del paisaje lingüístico actual que tanto da que hablar, y no solo a los que nos dedicamos a la lengua. Lo definimos como el conjunto de expresiones lingüísticas que están en nuestro entorno. Nos referiremos aquí a las expresiones escritas, pero el abanico es muchísimo más amplio (símbolos, pictogramas, sonidos, etc.).
Con frecuencia, la función del mensaje determina el contexto donde se encuentran estas expresiones, pero las combinaciones de mensajes en espacios públicos o privados son infinitas, y de ahí la complejidad (y el atractivo) del paisaje lingüístico.
Paisajes lingüísticos plurilingües
Así, por una parte, tenemos la señalización en dos o más lenguas en contextos bilingües, plurilingües o en aquellos lugares donde la presencia de turistas o el flujo comercial es elevado (Office de tourisme, departures, centro cittá, etc.). El contexto y la simbología que usualmente acompaña a esos términos complementan la información que las palabras escritas ofrecen y facilitan la interpretación de los mensajes.
En segundo lugar, el paisaje lingüístico refleja el interés de las empresas y las marcas por dar a conocer sus productos y servicios, y conducirnos a su consumo. Encontramos aquí los ejemplos que nos llegan desde la publicidad y que, con mayor o menor ingenio, utilizan otra lengua como llamada de atención.
Juegos de palabras bilingües
En ocasiones, se crean juegos de palabras combinando dos o más lenguas como en el caso de ¿Sales o entras? Esta pregunta, dirigida al cliente desde el escaparate, juega con la ambigüedad derivada de un mismo signo lingüístico que puede interpretarse en español (verbo salir) o en inglés (rebajas). El contexto y la información sobre descuentos en la ropa contribuyen a construir el significado pertinente.
Esta práctica se ha llevado a extremos insospechados en lo que se refiere a la extensión y al impacto, como en el caso de primar el uso del inglés sobre el español a la hora de rotular establecimientos en España y de informar sobre sus productos.
A finales de 2022, una investigación periodística daba la voz de alarma a este respecto: en la Gran Vía de Madrid el 65 % de los establecimientos “tienen nombres ingleses o usan mensajes en ese idioma sin traducirlo, como si fuera otra lengua autóctona”.
Podemos preguntarnos si esto es una consecuencia más de la globalización presente en el centro de muchas grandes ciudades. ¿Está justificada esta elección lingüística por el turismo de la zona centro o por el uso mayoritario del inglés como lengua internacional?
¿Por qué el inglés?
El ejemplo de la Gran Vía madrileña refleja una situación común que las lenguas en contacto experimentan actualmente en numerosos centros urbanos. No obstante, la presencia tan evidente del inglés, lengua de prestigio a nivel internacional, genera todo tipo de reacciones, también negativas, en torno al estatus de las lenguas, a la dominación lingüística o, incluso, a una posible asimilación.
Sin embargo, la visibilidad de unas lenguas sobre otras no está directamente relacionada con la presencia de dichos grupos lingüísticos en un contexto determinado, sino que refleja la opción por el uso de una lengua por distintos motivos: internacionalidad, estética o prestigio, entre otros.
Paisaje lingüístico personal
El paisaje lingüístico no siempre responde a un mensaje emitido por un grupo; así, el etiquetado, el grafiti y el arte urbano que encontramos en espacios públicos dan muestra de ello. En estos casos, elegir una u otra lengua como medio de expresión individual es parte de la identidad personal y de la necesidad de comunicación en una situación concreta, en un momento determinado.
Los ejemplos que encontramos a nuestro alrededor pueden ser más o menos explícitos: shame; create; star; love, y reflejan cuestiones de todo tipo (personales, sociales o políticas, entre otras): better together, freedom, forza Napoli, peace and love…
En casi todos los rincones urbanos encontramos ejemplos de paisaje lingüístico donde distintas lenguas se apropian gradualmente del espacio que nos rodea. Si prestamos atención a las tiendas de barrio, por ejemplo, veremos carteles y letreros en árabe o en chino, impensables hace unas décadas.
No los entendemos, pero les damos un significado y sin querer dotamos a la tienda o al restaurante de más autenticidad. Las lenguas de estos establecimientos también reflejan la incorporación de distintos grupos de población hablantes de otras lenguas que hacen de nuestra sociedad un lugar cada vez más multilingüe y multicultural. La sociolingüística y la demolingüística dan buena cuenta de estos procesos.
En definitiva, la presencia de distintas lenguas en nuestro entorno nos invita a entender el mundo de otra forma, a dar sentido a lo que nos rodea desde una perspectiva que parte de la diversidad cultural y multilingüe.
Nos preguntamos: ¿hacia dónde va el paisaje lingüístico? Ahora es un buen momento para que encontremos respuestas. Podemos hacerlo porque, como decía una marca hace unos años:
Es otoño. Eres power.