Academia del Lunfardo, preocupada por el
idioma
El Diario La Academia Porteña del Lunfardo dio a publicidad una declaración en cuyo texto se refiere pormenorizadamente al panorama contemporáneo que ofrece el idioma en el país, de continuo «agredido por los nuevos usos y comportamientos sociales». En el párrafo inicial expresa, en abono de su análisis, que la situación se origina en la «caída de los niveles de lengua y en el lenguaje soez o turpiloquio —como se lo denomina en círculos lingüísticos de Italia— y enumera enseguida algunos ejemplos que ilustran su aserto. Entre ellos, subraya la práctica desaparición del pronombre usted , «reemplazado por un checheo confianzudo»; la lisa y llana eliminación del subjuntivo, sustituido por el incorrecto empleo del condicional (si yo sería ...por si yo fuera ...) y más adelante, entre otras causas determinantes de la cuestión, menciona «el tono chabacano de algunos comunicadores» y la inexacta atribución de acepciones a no pocos vocablos.Consigna posteriormente la corporación, que el acervo de la lengua se enriquece, de entre otras fuentes, con «los extranjerismos, usuales en la lengua castellana desde los años en que ésta incorporó bellísimas voces arábigas y las creaciones léxicas de los sectores marginales», en su debido momento acogidos por la Real Academia Española de la Lengua. Después de agregar que, desde cierta época, «cualquier cómico se creyó con el derecho de decir groserías al por mayor», reitera —una vez más— su postura franca, patente, en el cierre del documento.Dice en él: «La Academia Porteña del Lunfardo tiene como propósito la revalorización del habla del pueblo, precisamente porque él agranda el idioma. Centra su atención —como es sabido— en el léxico, al que quiere abierto, dinámico, unívoco, rico, limpio, sujeto tan sólo al orden mental y al buen gusto». Firman su presidente, José Gobello, y los académicos Otilia Da Veiga, Eduardo R. Bernal, Marcelo H. Oliveri, Natalio P. Etchegaray y Oscar del Priore.