Aproximación lingüística al vocablo “asperger”
Algunos pacientes del sindrome de Asperger presentan elevada capacidad intelectual
El Diccionario de la lengua española, de la Real Academia Española (RAE) y la Asociación de Academias de la Lengua Española (Asale), solo registra dos acepciones para la palabra asperger: ‘hisopear, rociar (||esparcir en gotas menudas)’, pudiéndose emplear también asperjar en su lugar; en ningún momento, el Diccionario hace referencia a la condición autista, aun cuando este significado es de amplio dominio público, incluso más que el de asperjar/asperger (al menos fuera del ámbito agrario).
El término asperger comporta algunas peculiaridades en su tratamiento lingüístico. En primer lugar, se trata de un antropónimo (nombre propio de persona), y la ortografía académica establece que en aquellos casos en los que el nombre de la enfermedad o síndrome se forme con un sustantivo genérico (enfermedad, síndrome, etc.), seguido de preposición y antropónimo, aquel ha de ir en minúsculas y este con mayúscula inicial: síndrome de Down, mal de Chagas, enfermedad de Parkinson; por tanto, la forma correcta es síndrome de Asperger, y no Síndrome de Asperger; sin embargo, la condición para que esta norma se cumpla es que el sustantivo genérico esté seguido de un complemento preposicional; si hay ausencia de preposición, el vocablo asperger funciona como sustantivo en aposición y debe ir en minúsculas: condición asperger, término asperger.
Valga decir que el antropónimo Asperger es de origen alemán, de modo que se le aplican las normas respecto del tratamiento de antropónimos extranjeros, en cuyo caso la RAE recomienda transferir el antropónimo (esto es, escribirlo según su lengua de origen) en lugar de traducirlo. Así pues, en la escritura de la expresión síndrome de Asperger no representa ningún problema la transferencia del antropónimo alemán al español.
En algunos casos, el antropónimo pasa a designar directamente la enfermedad —y no al investigador—, de modo que se convierte en nombre común, en cuyo caso ha de escribirse en minúsculas y siguiendo las normas ortográficas del español (propias de su adaptación), adquiriendo la propiedad de funcionar como núcleo de un sintagma nominal: su padre tenía alzhéimer, le diagnosticaron párkinson.
En los ejemplos precedentes, se podrá notar que las formas alzhéimer y párkinson están escritas en minúsculas y con acento, pues han sido adaptadas al español como nombres comunes y, por tanto, incluidas en el Diccionario de la RAE; adicionalmente —no se nota por la cursiva del ejemplo—, deben ir escritas en redondas: “su padre tenía alzhéimer”, “le diagnosticaron párkinson”.
Con el término asperger se presentan dos problemas lingüísticos: en primer lugar, se trata de un extranjerismo crudo; en segundo lugar, su adaptación al español ofrece cierto grado de diversidad. Al no estar reconocida la palabra asperger en el Diccionario de la RAE como un nombre común adaptado al español, le corresponde el tratamiento propio de los extranjerismos crudos, según el cual debe escribirse en minúsculas, con cursivas (o en redondas si el texto está en cursivas) y conforme a la ortografía de su lengua original: “ella tiene un hijo asperger”, “cada asperger es único dentro del espectro autista”. Esta sería la solución ortodoxa en términos ortográficos, con un plural invariable: “los asperger suelen tener dificultad para socializar”.
Por otra parte, la adaptación al español, en estos momentos, es un recurso poco ortodoxo —puesto que los extranjerismos adaptados están recogidos en el Diccionario, lo cual no es el caso de la palabra asperger— y bastante complicado tanto por la variedad acentual del término como por la formación del plural; así pues, hay dos formas con sílabas tónicas distintas (ambas con acento ortográfico): una grave, de mayor uso en España: aspérger; y otra esdrújula, propia de América: ásperger. Tanto una como otra forman el plural de manera distinta.
En este sentido, la forma grave aspérger hace el plural añadiendo el morfema flexivo de número –es, lo mismo que en el escáner > los escáneres: «los aspérgeres suelen tener intereses restringidos»; por su parte, la forma esdrújula se mantiene invariable al hacer el plural, igual que en el mánager > los mánager: “los ásperger suelen tener intereses restringidos”. De ambas, la segunda es la forma que ofrece menos dificultades.
Por último, conviene hacer algunas apreciaciones sobre la fonética del término asperger, que varía según se lo pronuncie en el habla alemana de Austria o Alemania; en el primer caso, la pronunciación es grave [as‘pɛʁɡɐ], mientras que en el segundo es esdrújula [‘aspɛʁɡɐ]. Ello explicaría la existencia de las dos variedades acentuales en español, solo que la fonética española del término asperger es algo más compleja, pues hay que añadir que el grafema -g- es resuelto fonéticamente en español de dos maneras: como jota [‘asperxer]/[as‘perxer] o como gue: [‘asperger]/ [as‘perger]. Para quienes no manejen el alfabeto fonético internacional, la transcripción literal sería: ásperjer/aspérjer; ásperguer/aspérguer. Esto no afecta la escritura (que siempre será con -g-), sino la pronunciación.
En resumidas cuentas, todavía la RAE no recoge el término asperger en su diccionario, ni como extranjerismo crudo ni como adaptado, de modo, pues, que la solución —al menos de momento— es emplearlo como un extranjerismo crudo, tal y como hemos hecho en el primer renglón de este párrafo, con pronunciación grave o esdrújula indistintamente. Es probable que, en la medida de su uso, el término se lexicalice y termine siendo inventariado dentro del catálogo léxico oficial de la lengua española, e incluso adaptado al español.