Blanca Riestra: «Me atrae la
impureza de las lenguas»
Patricia Abet, ABCLa escritora gallega Blanca Riestra, doctora en Filología y directora del Instituto Cervantes de Alburquerque hasta 2007, confiesa que siente especial predilección por la nocturnidad y las historias circulares—Su carrera la avala como una escritora sumamente fructífera. ¿Qué representa La noche sucksen su trayectoria como novelista?—Desde mi primera novela han pasado casi siete años, en los que he publicado seis novelas y un libro de poemas. Sin embargo, estoy especialmente contenta con este último libro porque exploré en él cosas que me interesan y que tienen que ver con el género, todas ellas ligadas a la estructura y a la materialidad de la novela. Además la concebí desde un principio como una esfera, como un círculo, algo redondo y coral y en ese sentido me lo he pasado muy bien escribiéndola.—El género del cuento es uno de sus predilectos y este hecho se refleja muy bien en este último trabajo, donde las historias forman parte de un gran mosaico. ¿Cuál es la finalidad de esta estructura?—Bueno, a mí me gustan las novelas que funcionan como un todo, por eso he intentado que funcione una simbiosis que haga que todo encaje bien. Yo creo que la función es reflejar un microcosmos, porque es mi forma de ver la realidad. Yo no interpreto la realidad como una historia lineal de una persona que sale de su casa y acaba casándose o muriéndose. Yo creo que la vida la percibimos a base de pequeños flashes y fogonazos y que formamos parte de ese enjambre. Ésa es la intención, representar la realidad tal cual la veo.—Se percibe en las divisiones materiales que hace en la novela, como instantes de las vidas que van pasando…—Sí, alguien me decía que parece que la novela está escrita en un coche en marcha. Es una buena definición. Leerla es como ir conduciendo a toda velocidad, con la música puesta mientras vas viendo lo que dejas a los lados: las luces de neones, gente con historias muy diversas… Sin embargo, en ningún momento llego a profundizar demasiado en la historia de nadie, sino que son fogonazos que acaban encajando.—Tanto por la temática como por la estética, la obra recuerda al Nocilla Dream de Agustín Fernández Mayo. ¿Es posible rastrear algún tipo de paralelismos entre una y otra?—Yo creo que tiene que ver en que también habla sobre EE.UU. y que en Nocilla Dream aparecen los desiertos y Nevada pero, aunque a mí ese libro me interesó bastante, no tiene mucho que ver con mi novela porque yo no defiendo el fragmentarismo, que es lo que hace Fernández Mayo. Me interesa más las novelas que lo engloban todo y que se lo comen, más que la superposición de fragmentos aparentemente inconexos. Sin decir que piense que la obra de Mayo no funcione. Pero los propósitos y la búsqueda formal son diferentes.—Llama la atención el uso de recursos lingüísticos como el spanglish. Se nota su faceta de filóloga…—Efectivamente, ya el mismo título es un punto de enganche con el spanglish. Nuevo México está en el sur de EE.UU. casi al lado de Ciudad Juárez, y es una zona de fuerte presencia hispana donde la mezcla lingüística es muy perceptible. A mí el spanglish, a diferencia de los lingüistas y gente de las academias, siempre me ha parecido una realidad interesante. Creo que es muy poético y que reproduce una serie de calcos y de mezclas que son muy interesantes; hallazgos muy bellos. En ese sentido a mí no me gusta nada esa idea de que hay que preservar la pureza de las lenguas. Creo que las lenguas no son puras sino entes en movimiento que se mezclan y que están en contacto con otras lenguas; me gusta su impureza.—El texto está plagado de guiños al lector, incluso apelaciones directas…—Esta novela trata de borrar las fronteras entre narrador e historia y entre lector narrador e historia. De hecho, yo me introduje como personaje jugando con esos límites entre realidad y ficción. En el fondo es un poco como decir, «estamos todos aquí dentro y ustedes también están participando». No es una historia para leer antes de dormir sino que el lector también está integrado enella.—Regresemos al título. La noche suckses, cuanto menos, sugerente. ¿Cuál es su génesis?—En este título se introducen ya varias cosas importantes como la presencia de la noche, que tiene que ver con la parte irracional de la realidad y remite al tipo de estructura que me interesa, nocturna y sonámbula, como un estado de duermevela. En el fondo la novela va sobre el oscurecimiento del mundo, que está debajo de Alburquerque. El tema «sucks» tiene que ver con el spanglish, es un término coloquial y grosero que significa «apesta».Pero también tiene otro componente porque «to suck» quiere decir también succionar y en realidad la novela es una noche que lo va tragando todo, como una ventosa oscura que va succionando a personajes y situaciones.—Como un agujero negro…—Justo. Y también tiene mucho que ver con 2666 de Bolaño, que habla de ciudad Juárez y de una presencia incontrolable y oscura que puede ser el mal o la muerte, algo que uno no puede interpretar o entender y que está ahí instalada geográficamente en la zona de la frontera. Para mí irme a Alburquerque fue eso.