De cómo el frío no nos resfría
El pasado 7 de febrero se presentó en Madrid el estudio Comportamiento y actitudes en Europa frente al resfriado, con los resultados de una encuesta realizada en varios países europeos. Entre otras muchas cuestiones, se preguntaba a los ciudadanos de los distintos países cuál es la principal vía de contagio de los resfriados. Los encuestadores ofrecían diversas respuestas posibles, de las cuales solo se consideraba correcta «el contagio directo de una persona a otra». El resfriado común, en efecto, es una enfermedad infecciosa, causada por un virus, y se contagia por vía inhalatoria o por contacto físico.
Al analizar los resultados del estudio, los investigadores se vieron sorprendidos por el hecho de que en nuestro país el 82,5 % de los encuestados respondieron que la principal vía de contagio de los resfriados es el frío, las bajas temperaturas. Este desconocimiento de la etiopatogenia del resfriado común resultaba sorprendente en un país del nivel sociocultural, del poder económico y del desarrollo sanitario de España. Y, sin embargo, el resultado obtenido era de lo más esperable.
Realmente, va a ser muy difícil cambiar esta idea preconcebida de los españoles si antes no cambiamos el nombre de la enfermedad; porque, etimológicamente, resfriarse es en español lo mismo que enfriarse, y el resfriado común lleva el frío dentro de su propio nombre.
El lenguaje, como se ha comentado en esta sección en otras ocasiones, tiene mucho más poder de lo que imaginamos. Los términos que utilizamos pueden servir para impedir, dificultar o entorpecer la evolución y el progreso en la forma de pensar, pese a los avances científicos y la mejora del nivel educativo de la población general.
¿Obtendríamos tal vez mejores resultados si en la próxima campaña sobre vías de contagio de las infecciones respiratorias llamamos catarro vírico o constipado infeccioso al resfriado?