El 'andalú' no es castellano mal hablado
El pasado mes de septiembre la senadora de Adelante Andalucía Pilar González publicaba el siguiente tuit tras una intervención en la que reivindicaba el uso del andaluz.
“El andalûh êh nuêttra lengua naturâh. Y no êh inferiôh a ninguna otra lengua del êttao. Lo ablamô çin complehô. Y temenô, ademâh, linguîttâ andaluçê con propuêttâ pa una ortografía”, escribía.
Su ortografía provocó mofas y críticas, pero lo cierto es que González mostraba una tendencia cada vez más en auge: la de transcribir el andalú como una lengua propia como otras tantas de otras comunidades autónomas como el asturianu, el canario o el estremeñu.
De hecho, la gramática y la lengua andaluza y sus características peculiares forman parte del currículo escolar de la comunidad autónoma desde hace años. Eso sí, amparados siempre en la norma general del castellano y de la Real Academia Española.
Lo que busca la ortografía que utilizó González, conocida como EPA (Êttandâ pal andalûh), es dar una transcripción que vaya más allá de unas mínimas descripciones sonoras del ceceo, el seseo o la aspiración de las s. Esta es la transcripción que utiliza el movimiento andalucista actual y grupos como Califato 3/4.
“Lo interesante que tiene es que no viene de arriba a abajo, como habitualmente, que el lenguaje se uniformiza desde instituciones y, a raíz de ahí, va hacia abajo y la gente lo tiene que aprender”, contó a El HuffPost Curro Morales, vocalista de este conjunto, quien recalcó que en este caso era una “reivindicación popular”.
Según contaron los impulsores del EPA en una entrevista publicada en Playground, “la sociolingüística nos enseña que no hay manera más poderosa de prestigiar una lengua natural que estandarizarla con una ortografía completa, coherente y consistente. Y la de EPA cumple estos requisitos como ninguna otra antes en la historia”.
Sin embargo, no es la única forma lingüística que ha tenido la lengua para una propia transcripción. Huan Porrah, profesor asociado de la Universidad Pablo de Olavide (Sevilla) y miembro de la Zoziedá′ pal Ehtudio’ el Andalú (ZEA), ya había iniciado una transcripción años antes que culminaría con la publicación en andalú del libro Saint-Exupéry El Principito, titulada Er Prinzipito.
A diferencia del EPA, Porrah no busca unificar las distintas hablas de las ocho provincias andaluzas, sino limitarse a una transcripción fonética. “Ellos apuestan por un estándar y yo como antropólogo creo que por el momento actual en el que estamos en el proceso de la dignificación del andalú es más interesante recoger las distintas variantes y las herramientas de escritura que permitan pasar del oral al escrito las distintas variantes”, detalla a El HuffPost Porrah.
Para él no hay que “poner ninguna por encima de la otra” ya que es lo que acabaría ocurriendo. “Aunque no nos guste tarde o temprano, se acabará marginar algunas de las formas dialectales andaluzas frente a otras. Esa unión no me preocupa de momento, me preocupa que se mantenga esa identidad”, enfatiza.
La EPA incluye tres tipos de acentos y 27 grafemas, 10 vocálicos y 17 consonánticos. Serían los siguientes:
Aa, Ââ, Bb, Cc, Çç, Dd, Ee, Êê, Ff, Gg,Hh, Ii, Îî, Ll, Mm, Nn, Ññ, Oo, Ôô, Pp,Qq, Rr, Tt, Uu, Ûû, Xx, Yy.
Porrah critica que esta grafía es complicada y puede resultar confusas, además de eliminar las diferencias entre las distintas zonas. “En la notah porrah [iniciativa lingüística de la ZEA y de Porrah], se muestra que se puede escribir todo con s todo con z o distinguido. Las distintas variantes las delimitan entre sí las similitudes que hay entre ellas frente a otras al norte o el este del territorio andalú”, explica.
“Las lindes lingüísticas no se pueden trazar tan fácil como las administrativas, pero sí que se pueden ver un poco hasta dónde llegan los territorios donde se habla un andalú determinado”, recuerda el lingüista, que remarca las diferencias entre las hablas orientales y occidentales. Por ejemplo, no es lo mismo el andaluz de la bahía de Cádiz que el de la sierra de Cazorla en Jaén o el de Antequera (Málaga).
Para facilitar la transcripción al andaluz, en la EPA han lanzado un traductor llamado Andalugeeks que traduce desde el castellano. Para Porrah esto es un translitelador ya que “lo que hace es una transliteración fonética”. “En andalú, por ejemplo, se dice papa que es el nombre originario del alimento americano, en castellano crearon la palabra patata. Y el transcriptor no te lo traduce, te lo translitera fonéticamente”, explica.
Las distintas hablas de Andalucía llevan años siendo objeto de estudios de lingüistas como Porrah, el miembro de la RAE Rafael Cano Aguilar o la catedrática de la Universidad de Sevilla Lola Pons.
Todos ellos han demostrado que hay distintas vertientes del habla andaluza influenciada tanto por la presencia andalusí como por el castellano e incluso por el comercio con otros territorios como ocurría en el Puerto de Sevilla en el siglo XVI, pero hasta ahora se había limitado a la oralidad.
De hecho, el vocabulario propio de Andalucía se ha tratado de dignificar y popularizar estos últimos años con iniciativas como las cuentas de Instagram de Habla tu andaluz o Andalusian dictionary, que se centran fundamentalmente en palabras autóctonas. E incluso con el reciente anuncio de Cruzcampo que se volvió viral por su ensalzamiento de los acentos.