El español: unidad en la diversidad
Jorge Barreno, El MundoPololo o polola (novio o novia), alcachofa. Dos palabras de la lengua española, la primera originaria de los indígenas propios del sur de Chile, los mapuches. La segunda, un término musulmán utilizado para designar a una hortaliza. Alfredo Matus, director de la Academia Chilena de la Lengua habla con ELMUNDO.es sobre la utilización de la cuarta lengua más hablada en el mundo, después del hindi, el español.«De las 6.000 lenguas del mundo es una cosa notable», manifiesta este carismático y hablador lingüista, refiriéndose a la cantidad de personas que hablan nuestra lengua. A Matus no le gusta diferenciar entre el español de España y el español de América, sino entre el español atlántico, del sur de la Península Ibérica, y el español del centro-norte: «El fenómeno característico del primero, propio de Andalucía e Islas Canarias, y de toda América española, es el seseo. Hay una oposición radical con el español centro-norteño».La unidad en la diversidadPara Alfredo Matus Andalucía está muy presente en América por razones obvias. El descubrimiento se hizo desde el sur de España. «Eso ha marcado muchísimo la pronunciación, el léxico y la utilización del vosotros. Nosotros, al interlocutor plural siempre lo llamamos de 'ustedes', sin distinguir entre el 'vosotros' y el 'ustedes'», explica.Lejos de lo que se pudiera pensar, las palabras demuestran que hay una gran unidad entre el español de todos los países latinoamericanos. Las diferencias, en lugar de amenazar a la lengua española en el sentido de su unidad, más bien la tonifican en su rica diversidad. «Las divergencias no impiden la comunicación, de modo que un chileno puede viajar a México y le van a entender perfectamente y un boliviano puede ir a Navarra sin problemas lingüísticos», comenta Alfredo.Según el estudioso de las palabras, de su orden y de los sonidos, hay una gran riqueza léxica que tiene que ver con la índole de cada pueblo, con sus propias identidades, con su propia visión de mundo y con el contacto de las lenguas indígenas que hay en cada territorio. Las pinceladas multiculturales van coloreando el castellano que parece asegurar muchos siglos de historia lingüística común.«Cada vez hay una mayor fortaleza cultural en el mundo latinoamericano, que ha tardado en instalarse. También la producción periodística de tipo formal manifiesta unos niveles de la lengua bastante unitarios, los medios informativos manejan un español hasta cierto punto neutro. Y la lengua escrita posee una ortografía unificada», aclara el investigador.Una política panhispánicaAlfredo Matus cree que la política que llevó el último director de la Real Academia de la Lengua fue excepcional: «Don Víctor García de la Concha impulsó lo que se llama una política panhispánica, desde las publicaciones populares de la Literatura hasta los grandes diccionarios de americanismos y la gramática panhispánica. El primer libro publicado fue El Quijote, del que se vendieron más de tres millones y medio de ejemplares».La política panhispánica supone la participación de las veintidós academias de la Lengua. La Academia de la Lengua española se fundó en 1713 y ha habido un proceso evolutivo constante, pero lento. «Don Fernando Lázaro Carreter o Don Dámaso Alonso ya fueron precursores del mundo panhispánico. Las obras colectivas tienen que ser hechas desde el mundo panhispánico y no desde Madrid, desde la Calle Felipe IV, número cuatro, donde está radicada la Real Academia de la Lengua», comenta el ingenioso científico del habla y de la escritura.«Los que estamos a este lado del océano representamos el 90% de las personas que hablamos español. Es tan arrolladora la fuerza de la lengua española en el continente americano que la Real Academia de la Lengua miró hacia nuestro continente», añade.El DUEChHace unos meses la Academia Chilena de la Lengua presentó en el país andino el Diccionario de uso del español de Chile (DUECh), un diccionario descriptivo que incluye unidades léxicas vigentes en el español actual de Chile y que tienen carácter diferencial (es decir, no pertenecen al español general). Estuvo varias semanas entre los libros más leídos de no ficción en el país más alargado del mundo. En tres meses se agotó.«Algunos dicen que hay muchos garabatos (insultos) y muchos usos escatológicos del lenguaje en el DUECh, pero es una instantánea y es lo que tratamos de mostrar. Apenas se publica un diccionario ya empieza a envejecer, sobre todo si es un diccionario de usos», manifiesta el director de la institución chilena.Las veintidós academias de la Lengua Española preparan en conjunto el 23.er DRAE (Diccionario de la Real Academia Española), con motivo de los 300 años de inauguración de la institución. Mucho ha llovido desde entonces, y hoy se respeta la utilización de la lengua española en cada país. Por ejemplo, el último diccionario incluye la conjugación de los verbos con el voceo argentino. Ahora se conjuga yo amo / tu amas / vos amás / él ama. Es el máximo respeto respaldado por toda una nación, por todo un pueblo.Alfredo es capaz de explicar algo tan complicado de entender como de dónde surgen las faltas ortográficas: «La no simetría entre el sistema ortográfico y el sistema fonológico, es decir, que no hay equivalencia entre lo que llamamos los lingüistas el grafema, la letra, y el fonema, lo que es aproximadamente el sonido abstracto».«En un sistema ortográfico perfecto tiene que haber una correspondencia perfecta entre grafema y fonema. Aunque nuestro sistema es bastante bueno, eso no existe y tenemos letras como la 'h' que no representan a ningún fonema; tenemos 'g' y 'j' para el mismo sonido; y tenemos 's', 'c' y 'z' para el mismo sonido en América Latina, por ejemplo».«Cuando escriben los niños, naturalmente que afloran estas incongruencias. ¿Por qué los niños no escriben la 'h'? Porque no se pronuncia. Si se pronunciara, no habría problemas. Hay que poner más énfasis en la lectura, porque uno mejora en la medida que esté expuesto a la lectura», concluye el conjugador de palabras, y de sueños.