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El idish, un idioma milenario que mantiene
su vigencia

08/07/2013

Prensa Judía«Hay registros que confirman la presencia de judíos en Polonia en la décima centuria del calendario gregoriano, con documentación probatoria de que hace 1.000 ó 1.100 años hablaban ídish; por ejemplo, Cartas de Privilegio (permisos para realizar alguna actividad emitidos por otra persona o gobierno) y Pinkasim (libros que utilizaban las comunidades para documentar su organización y registrar los hechos más relevantes)», informó el director general de la Fundación IWO, Abraham Lichtenbaum, a la Agencia Judía de Noticias (AJN).«Algunos de los condes polacos que integraban la szlachta (nobleza) que elegía al rey de Polonia tenían visiones de estadistas y trajeron a judíos de Alemania, que hace mil años era del Primer Mundo; Sefarad (España), que lo había sido en el 900; y Europa Oriental, que está en discusión si provinieron del Cáucaso o de Babel (Babilonia) por esa vía, que sería lo más lógico», prosiguió.«Una de las primeras tareas que estos judíos hicieron en Polonia fue acuñar moneda, y tan es así que las primeras de este país tenían otiot (letras hebreas) en lugar de filigranas», sorprendió el experto en la evolución de la cultura ashkenazí en Europa Central.«Existe una discusión académica acerca de cómo se formó el ídish: según (el lingüista polaco-estadounidense Uriel) Weinreich fue en Alemania y migró con los judíos, y en Polonia incorporó un elemento eslavo; por su parte, (el historiador polaco Chone) Shmeruk afirmó que en Alemania, hace diez siglos, los judíos hablaban un ídish muy primitivo, parecido al holandés o al alemán medieval, que en Polonia hablaban polaco y que al producirse la fusión comunitaria se empezó a generar el ídish, que incluye un componente hebreo, como siempre ocurrió en las lenguas judías», enseñó.Lichtenbaum contó a AJN que «el ídish tiene varios dialectos, lo cual es normal en toda comunidad lingüística y tiene que ver con muchas cosas: hoy en día, la comunicación es mucho más fácil, pero hace 800 años, el que nacía en un pueblo, moría ahí y no tenía contacto con el afuera; entonces, las comunidades lingüísticas fueron evolucionando y es muy fácil rastrear el ídish que se hablaba hace mil años en Alemania, con vocales largas que se oyen muy parecido al holandés actual».«Las regiones donde vivían judíos se relacionan desde lo lingüístico y cultural: Bialistok, que es una ciudad de Polonia, culturalmente es de Lituania, y también Grodno, una ciudad de Bielorrusia cercana a las fronteras con Polonia y Lituania; por otra parte, el alemán que se habla en el Sur es muy parecido al ídish de hace 700 u 800 años», ejemplificó.«No se puede estudiar la cultura polaca sin tomar en cuenta la influencia judía, por más que el nazismo la haya querido borrar, y está claro que un intelectual que quiere acceder a sus raíces debe abrevar en la historia judía y en el ídish; tan es así que en el polaco contemporáneo, sobre todo en el slang (argot o jerga), la influencia del ídish es muy elevada», reveló quien todos los años viaja a ese país entre julio y agosto para dictar seminarios especialmente destinados a universitarios e investigadores.«En los últimos diez años en Polonia están buscando sus raíces, y cuando los universitarios tuvieron que estudiar la historia de sus ciudades natales, que hasta la Segunda Guerra Mundial eran habitadas en un 90 ó 95 por ciento por judíos, se encontraron con materiales en ídish y no podían avanzar sin conocerlo, lo cual hizo que se crearan cursos y cátedras», especificó.El director general de la Fundación IWO destacó que si bien «Polonia fue arrasada» por el nazismo, «los archivos no fueron destruidos y hay shtetls (aldeas con gran población judía) que tienen intactos todos sus registros».Por otra parte, Lichtenbaum aclaró que «el antisemitismo es anterior a la vida judía en Polonia, y no fruto de su cultura», sino «consecuencia de mil años de influencia católica».Lo ocurrido luego de la Segunda Guerra Mundial, como el pogromo de Kielce, pueblo al cual habían regresado unos 200 judíos sobrevivientes de los campos de exterminio nazis, «fue resultado de varios factores: el gobierno de (el comunista Wladyslaw) Gomulka y el hecho que el campesinado se había apropiado de propiedades judías y tenía miedo de que tuviera que devolverlas, el cual en cierta forma continúa, tan es así que hasta los años 80 ó 90, cuando un judío buscaba sus raíces e iba a pasear a su shtetl le decían no vayas, es peligroso solo porque muchos pensaban que iban a reclamarlas», aleccionó.«Pienso que en la próxima generación, el futuro del ídish va a estar dirigido por los estudiantes polacos, que consiguen becas y estudian en Nueva York, Israel, Polonia y Lituania», arriesgó el experto.