El japonés, el español y el vasco son las lenguas más veloces
Salvo escasas excepciones, los amantes de las letras desprecian o sencillamente no entienden la matemática. Pero hay una rama de la lingüística general que hace uso de la matemática y la estadística, la llamada lingüística cuantitativa. Como toda ciencia, sin importar si es dura, blanda o al dente, intenta formular leyes, y como toda ciencia tiene su origen en la Grecia antigua. Un grupo de investigadores del laboratorio de dinámica del lenguaje de la Universidad de Lyon 2-Lumière publicó en la revista Science Advances un estudio en el que confrontaron 17 lenguas de nueve familias lingüísticas euroasiáticas, vietnamita, vasco, catalán, alemán, inglés, francés, italiano, español, serbio, japonés, coreano, mandarín, cantonés, tailandés, turco, finlandés y húngaro.
Las lenguas analizadas varían mucho en sus características lingüísticas. En el aspecto fonológico, las 17 lenguas varían mucho en el número de fonemas, es decir los sonidos mínimos que distinguen a una lengua. Por ejemplo, el japonés y el español poseen 25 fonemas, y el inglés y el tailandés, más de 40. Pero varían también la cantidad de sílabas diferentes: el japonés tiene apenas un centenar y el inglés, casi 7 mil. Y también en las variaciones tonales, en aquellas lenguas en las que levísimas variaciones de tono pueden cambiar el significado de una palabra.
El estudio consideró la cantidad de sílabas pronunciadas en determinada unidad de tiempo, teniendo en cuenta no el habla cotidiana sino el registro de cada palabra en el respectivo diccionario: a la palabra inglesa probably le correspondieron tres sílabas, aunque muchos la pronuncian probly, con dos. Los investigadores grabaron a 170 hablantes nativos adultos de las 17 lenguas e hicieron que cada uno leyera una serie de textos semánticamente similares, lo que totalizaba aldededor de 240 mil sílabas.
En términos de cantidad de sílabas pronunciadas por segundo, la lenguas más veloces del grupo analizado fueron el japonés, el español y el vasco, seguidas por el finlandés, el vietnamita y el cantonés. Las primeras tres lenguas más veloces poseen solo cinco vocales, mientras que las otras tienen más de veinte y son todas lenguas tonales. Pero François Pellegrino, uno de los autores del estudio, explicó al sitio Atlas Obscura que la cantidad de sílabas pronunciadas por segundo es solo uno de los posibles modos de definir la velocidad de una lengua, y no es necesariamente el más significativo. Existen variaciones subjetivas que hacen que quien escucha considere una lengua más veloz que otra sin que en realidad lo sea.
Hay otra variable muy difícil de definir y de medir, pero que según Pellegrino tiene que ver con la velocidad, y es la densidad de la información, o sea la cantidad de información que una lengua puede transmitir por segundo, o sea la velocidad con que quien escucha puede reducir las incertezas del mensaje a medida que lo recibe. Del estudio de la Universidad de Lyon surge una correlación inversa entre la cantidad de sílabas y la cantidad de información que es posible expresar en determinada unidad de tiempo. El japonés, por ejemplo, tiene un número altísimo de sílabas pronunciadas por segundo, pero también un grado muy bajo de complejidad de sus sílabas, es decir menos información por sílabas respecto a otras lenguas. Eso quiere decir que las sílabas del japonés fluyen a alta velocidad, pero hacen falta muchas para transmitir la misma cantidad de información respecto a una lengua “lenta”, como por ejemplo la vietnamita.
Otro de los autores del estudio, Christophe Coupé, proporciona un ejemplo muy claro para entender el fenómeno: “Es como las alas de un pájaro. Hay alas grandes, que requieren ser batidas pocas veces por segundo, y alas pequeñas, que necesitan ser batidas mucho más, pero el resultado en términos de vuelo es prácticamente el mismo”.