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El lenguaje de la pandemia: cómo el coronavirus ha cambiado nuestra manera de hablar

13/07/2020
Maira Álvarez

Dos mil años han pasado desde que Poncio Pilato acuñó una de las frases más célebres del Evangelio cuando afirmó lavarse las manos para desentenderse de la condena de Jesucristo. Quién iba a imaginar que esta expresión estaría tan de moda hoy en día con el significado de prevención del contagio.

Como todo momento histórico, la pandemia del COVID-19 ha cambiado la forma en la que nos expresamos y nos ha recordado de repente algo que para los lingüistas siempre ha sido obvio: las palabras son importantes.

Durante las semanas que hemos estado encerrados en casa, el lenguaje no paró de moverse: se crearon neologismos (covidiota), hubo términos que cambiaron de significado (distancia de seguridad) y palabras científicas que ingresaron al lenguaje cotidiano (disnea). En resumen, el mecanismo de comunicación, gracias a internet, ha evolucionado rápidamente y hemos integrado en nuestras vidas términos que no existían hace pocos meses. El lenguaje lucha por mantenerse al día con los cambios.

A esto se suma el dinamismo social, porque el lenguaje no es solo comunicación, sino también la forma en que definimos la sociedad y las relaciones con las personas. Lo que está claro es que la pandemia pasará, pero las palabras quedarán; muchas se añadirán a las expresiones de nuestra lengua y las diremos con total normalidad. De esta forma hemos tenido que adaptarnos a los nuevos usos del lenguaje, sumando palabras al uso cotidiano como pandemia, covid-19, distanciamiento social y confinamiento. Hemos aprendido a teletrabajar, a hacer quedadas virtuales y coronavirus empieza a escucharse como sinónimo de persona tóxica.

Para la Real Academia Española (RAE) un reflejo de este cambio cultural es que “palabras como pandemia, epidemia, cuarentena, confinar, confinamiento, hipocondría, asintomático o, por supuesto, coronavirus aparecen en los puestos más altos de palabras buscadas estos días en el diccionario”. Además de aparecer juntas en los procesos de búsqueda, algunas ocupan por primera vez un lugar en los listados de búsqueda, como pangolín.

En los últimos meses hemos visto que las palabras que fueron utilizadas por trabajadores de ciertas áreas han ingresado definitivamente en el lenguaje común. Hoy en día hablamos con total normalidad de PCR (examen para detectar el virus), brote familiar, cordón sanitario, aislamiento social, EPIS y respiradores.

Hemos interiorizado términos desde bacteria hasta paciente cero (es decir, el primer paciente identificado, estudiado y sometido a terapias dentro de la muestra de la población de una investigación epidemiológica ), de pandemia a infodemia (la circulación de una cantidad excesiva de información, a veces no cuidadosamente examinada, lo que dificulta la orientación sobre un tema determinado debido a la dificultad de identificar fuentes confiables ), desde contagio hasta cuarentena.

De hecho, la evolución de este último término aún está por ver, pues cada vez es más usual escucharla como verbo cuarentenar o cuarentenear. Serán los hablantes los que decidan si esta nueva palabra se acaba incorporando al Diccionario de la lengua española, aunque nadie duda de que estar o pasar la cuarentena sí serán expresiones que quedarán entre nosotros por mucho tiempo.

Esta crisis sanitaria ha multiplicado nuestra dependencia tecnológica y nos ha obligado a utilizar nuevas palabras que antes, quizás, incluso desconocíamos. La digitalización durante estos meses ha permitido que las empresas se vuelvan competitivas y los trabajadores eficientes. Este desarrollo nos ha aportado un amplio conocimiento en teletrabajo, teleeducación y no hay estudiante que no maneje varias plataformas virtuales. En esta crisis solo teníamos dos opciones: esperar a que nos superase o hacer todo lo posible por vencerla adaptándonos a los medios digitales.

Coronababies y covidiotas

Además de los términos médicos, hay otras palabras que se han vuelto muy comunes en internet, muchas se refieren al distanciamiento social que nos obligó la pandemia y la limitación del contacto humano. Prueba de ello son los aperitivos virtuales o las cada vez más frecuentes (por desgracia) fiestas Covid creadas específicamente para contraer el virus.

El saludar con el codo podría reemplazar los apretones de manos, besos y abrazos. En Polonia coronavirus empieza a ser usado como verbo, mientras que en Reino Unido ya se habla de los coronababies, los niños concebidos o nacidos durante este período. Cada vez se escucha más el adjetivo covidiota para referirse a aquellos que no respetan las normas de higiene y distanciamiento social.

Es interesante comprobar como esta pandemia ha hecho que expresiones anteriormente muy comunes están hoy en declive, como por ejemplo el adjetivo viral traducido como algo que se propaga rápidamente a través de las redes sociales. La gente está dejando de definirse como positiva, ya que paradójicamente este adjetivo nos hace pensar en la infección, por lo que está cargado de una negatividad subyacente.

Desde marzo, en los días de reclusión usamos un léxico que se refería sobre todo al hogar o al ámbito de la intimidad. De repente muchos descubrieron su pasión por la cocina y aumentó el conocimiento de los españoles por todos los términos que engloba la repostería y la panadería. Hornear pan, de hecho, se ha convirtió en un elemento de refugio en un momento de gran estrés e incertidumbre y cocinarlo en casa dio a muchos sensación de seguridad.

Los hechos marcan nuestra manera de comunicarnos; después de la Guerra Civil era frecuente escuchar que alguien estaba “tocado de las bombas” como sinónimo de no estar en sus cabales. La postguerra marcó a una generación con sus cartillas de racionamiento, y hoy en día muchos mayores regañan a los jóvenes diciéndoles “deberíais haber pasado una guerra”. A saber qué expresiones adoptaremos los que hemos sido tocados por el confinamiento.