El nombre de la cosa
Por Julia Otero, El PeriódicoO sea, Lengua Aragonesa Propia del Área Oriental. Lapao. Permítanme un tecnicismo para empezar: ¡manda huevos!La lingüística es el estudio científico de una lengua, de su estructura y de su evolución histórica. No solo eso, desde hace unas décadas, nada menos que Noam Chomsky introduce la idea de que la lingüística forma parte de la ciencia cognitiva y la psicología humana. De hecho, desde el siglo XIX, la lingüística se considera ya terreno científico. Hay que repasar aspectos tan elementales, auténticas perogrulladas, para no perder tiempo en algo tan inútil como es discutir lo obvio: la lengua hablada en la zona oriental de Aragón es el catalán. No es nacionalismo, es ciencia. Si usted llama mesa a una silla, seguirá siendo una mesa aunque confunda a su interlocutor que no sabrá si está usted vacilándole o poniendo de manifiesto una ignorancia casi inverosímil. Los políticos son a veces virtuosos en ambas cosas.¿Por qué Luisa Fernanda Rudi, primera autoridad de Aragón, y los suyos no quieren llamar catalán al catalán? La historia empieza cuando el anterior gobierno autónomo aprueba en el 2009 una ley de lenguas en la que se considera único idioma oficial en Aragón al castellano, pero sin olvidar la dignificación del aragonés —hablado en el norte— y el catalán -hablado en el este de la región.Aquella ley, votada por los socialistas y por la Chunta Aragonesista, se limitaba a recoger el derecho de los ciudadanos de esas zonas a poder usar sus lenguas para relacionarse con la Administración, en la vida económica y social e incluso estudiarlas. Que no cunda el pánico anticatalán: todo eso era voluntario y circunscrito a las zonas de uso. O sea, no había ningún riesgo de encontrar en Zaragoza un impreso en catalán o aragonés; el castellano estaba a salvo del imperialismo catalán. Pues bien, ya entonces el Partido Popular consideró que el «uso del catalán podía extenderse como una mancha de aceite en Aragón» y advirtió que tan pronto llegase al gobierno la ley sería derogada.VarapaloAntes de la aprobación en las Cortes aragonesas de la nueva ley de lenguas, el gobierno de Rudi envió al consejo escolar su anteproyecto legislativo, convencido de recibir el visto bueno. La repuesta fue demoledora: aquello era un atropello científico que contradecía cualquier criterio filológico riguroso. Es lo que tiene preguntar a los que saben, que te pueden responder con conocimiento de causa. Su pronunciamiento, sin embargo, no era vinculante, así que la mayoría absoluta hizo el resto.Preguntada la vicepresidenta del Gobierno central, Soraya Sáenz de Santamaría, por el lapao, respondió que hay que respetar la decisión del parlamento aragonés. Es el elemental derecho a decidir, se supone. Es tan democrático que no se entiende que la primera potencia del mundo —e inventora de la democracia moderna— no haya decidido aún por mayoría llamarle norteamericano al inglés.