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El traductor literario, ese artista

10/10/2020

En la actualidad, el nombre, o reconocimiento de quien tradujo una obra literaria es completamente invisible en reseñas, críticas o comentarios en la prensa, es por ello que una asociación de profesionales del ramo, Ametli, lucha en defensa de la literatura traducida en México

Roberto Rueda Monreal

La traducción de la Biblia al latín, la famosa Vulgata (vulgata editio), fue declarada, en 1546, como la versión única, la irrebatible obra espiritual, Concilio de Trento mediante (siglo IV de la era cristiana), que serviría a la postre de guía para toda la grey de la iglesia católica latina.

Así, Eusebio Hierónimo, mejor conocido como Jerónimo de Estridón (más tarde convertido en santo) pasaría a la historia como el respetado y admirado traductor de aquella monumental obra, reconocida hasta nuestros días, a pesar de la llegada de una nueva versión del original griego, la Nova Vulgata, en 1979.

La muerte de Hierónimo aconteció el 30 de septiembre de 420, por lo que dicha fecha se iría configurando hasta convertirse en el día del traductor o, de una forma más contemporánea, en el Día Internacional de la Traducción.

En México, las experiencias y las luchas por darle el lugar que se merece tanto al traductor como a la actividad traductora han sido pocas, muy pocas, a decir verdad, pero fueron lo suficientemente inspiradoras como para que justo el 23 de septiembre de 2016, con unos cuantos miembros que, a la postre, se han convertido en casi cien, entre fundadores, asociados y aspirantes, se fundara la Asociación Mexicana de Traductores Literarios, Ametli.

El origen

Hace algunos años, era práctica común que, luego del Encuentro Internacional de Traductores Literarios, organizado en nuestro país por la UNAM, el Colmex y el IFAL, muchos colegas terminaran charlando y reflexionando sobre el tema del momento y volviendo a poner sobre la mesa la urgencia de organizarse para defender los derechos y la figura del traductor literario, realidades y entidades harto menospreciadas por el mundo editorial. Era curioso, pero el exhorto casi siempre era dirigido hacia uno de los más reconocidos formadores de traductores literarios en México, Arturo Vázquez Barrón, férreo defensor tanto de la actividad traductora como de la profesionalización del traductor literario.

Fundador del Centro Profesional de Traducción e Interpretación (CPTI) y del Diplomado de Traducción Literaria y Humanística del Instituto Francés de América Latina, entonces partes orgánicas fundamentales de la Embajada de Francia en México (hoy Diplomado de Ametli con el mismo nombre), entre otras cosas, Vázquez Barrón convocó a un grupo de profesionales del gremio para, finalmente, agarrar el toro por los cuernos, y dejar atrás aquellas charlas en donde todos reconocían la necesidad de hacer algo, pero sin hacerse nunca nada concreto en realidad.

Fue así que nació Ametli. Y a cuatro años de su creación, una vida muy corta, a decir verdad, se ha convertido no sólo en una referencia nacional sino internacional al proponer y defender una agenda muy concreta en donde la visibilidad de la traducción literaria, del traductor literario, es prioridad aquí y allende las fronteras.

Ametli se ha configurado de tal manera que hoy en día ofrece una variedad de ventajas a sus asociados, por lo que, en ese sentido, invita a todos los traductores literarios a que, en su momento, se acerquen a esta asociación que lucha por sus derechos y, al mismo tiempo, reconoce la importancia de su especializada labor.