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Estados Unidos ya es un país bilingüe

02/10/2016
Gabriela Esquvada

 

Infobae

 

En el tercer piso del Miami Beach Health Community Center, los dos televisores en la sala de espera transmitían el funeral del beisbolista de los Miami Marlins, José Fernández, en el canal 7. Nadie miraba la lluvia inesperada que caía sobre Biscayne Boulevard; hasta las embarazadas que se acariciaban las barrigas lloraban. Era una ceremonia católica muy esplendorosa, y uno de los sacerdotes oficiaba en castellano: "Era demasiado bueno para esta liga, se fue a una superior".

—Ey, esto es Estados Unidos, no todo el mundo habla español —se quejó una de las recepcionistas.

—Oye, el otro habla en inglés —le respondió, molesta, la compañera.

La primera, nacida en Haití, que habla inglés y créole, insistió:

—Parece lindo, quiero entender. ¡Es la televisión nacional, tiene que hablar en inglés!

—Escucha: ese habla en inglés. Es una misa bilingüe —intervino la otra, nacida en Cuba, que habla inglés y español.

En la ciudad de Miami, el 62% de la población es hispanohablante, y el idioma inglés convive con naturalidad con el castellano. En la ciudad de Chicago, el 29% de los habitantes habla español, casi igual que en Nueva York; todas las tiendas a lo largo de la frontera con México desde California a Texas, tienen señalización y personal bilingüe. El supermercado Publix promociona el Mes de la Herencia Latina, con recetas y descuentos; el 5 de mayo es fiesta (nacional en México, comercial en todos los restaurantes mexicanos de los 50 estados) y la web de la Casa Blanca y las instituciones federales y estatales más importantes son bilingües: inglés y español.

Según las proyecciones demográficas, en 2050 la población latina de los Estados Unidos habrá llegado a los 132,8 millones de personas, con lo cual será el primer país hispanohablante. Hoy lo es México, con 121 millones.

La tendencia es ya visible: en el último censo de población publicado en California en 2015, se reflejó que por primera vez la población hispana es superior a la población caucásica. Ya no es la primera gran minoría como en todo el país. En California, los latinos son la mayoría.

Más allá de los resabios discriminatorios del movimiento English Only de la década de 1980 —que van desde la expresiones del candidato republicano a la presidencia, Donald Trump, hasta el merchandising con frases "Estos son los Estados Unidos. No quiero marcar 1 para inglés"—, es casi indiscutido que el país se ha convertido ya en una nación bilingüe.

 

Ya existe un bilingüismo funcional

Ignacio Olmos, director ejecutivo del Instituto Cervantes de Nueva York, cree que "hay una evolución muy clara hacia el bilingüismo funcional en los Estados Unidos, que se está imponiendo: una parte de la población habla tanto inglés como español, porque se trata de la primera lengua que ha sobrevivido al proceso de integración de las distintas corrientes migratorias en melting pot del país".

 

—¿A qué se refiere?

—Las corrientes de otros muchos países del mundo han producido una integración educativa, laboral y en la corriente principal lingüística; ha sido fundamental por tanto la adquisición del inglés como primera lengua. Pero esto no ha ocurrido exactamente así con el español.

 

—¿Por qué?

—Porque no se ha llevado aparejada una pérdida del idioma original: es la primera vez que ocurre algo así en Estados Unidos. El español ha sobrevivido a esta integración.

 

"En muchos lugares de Estados Unidos, como Miami (en Florida) o Santa Ana (en California), la presencia del español es absolutamente dominante, al punto de que los angloparlantes no encuentran trabajo", dijo a Infobae José Baig, quien dirigió para BBC el proyecto "¿Hablas español?" en los Estados Unidos, actualmente director de Comunicaciones hacia América Latina para el Banco Mundial. "El fenómeno se repite en áreas específicas de algunas grandes ciudades (como Washington Heights en Nueva York o Silver Spring, en el área metropolitana de Washington)".

Los carteles y anuncios en ambas lenguas están por todos lados, aunque muchas veces las traducciones dejen mucho que desear.

Se trata de gente —enfatizó— "que desarrolla su vida enteramente en español dentro de una ciudad estadounidense; gente que trabaja, cumple las leyes y paga sus impuestos". Hispanos y latinos "cumplen sus obligaciones con el país y contribuyen a su desarrollo, aunque solo hablen en español".

 

—¿Hasta qué punto eso muestra que el castellano es el primer idioma en establecer que no es incompatible ser bilingüe con ser estadounidense?

—En general estas personas se sienten estadounidenses (especialmente los de segunda y tercera generación) aunque su dominio del inglés no sea perfecto. En ese sentido, el bilingüismo y el ser estadounidense son perfectamente compatibles. Y además, cada vez hay más estadounidenses orgullosamente latinos y orgullosamente bilingües.

Para Pilar Marrero, autora de Killing the American Dream (también publicado en español como El Despertar del Sueño Americano) y una de las periodistas principales del gran grupo de prensa hispana en los Estados Unidos, Impremedia, conviene recordar algunas particularidades del país para entender el fenómeno.

La primera: que a diferencia de Canadá, donde la Constitución establece el bilingüismo, "el inglés no es el idioma oficial de los Estados Unidos" pero, a la vez, "ser bilingüe nunca fue inconsistente con ser estadounidense". Dada la historia de este país de inmigrantes que hablaban diversas lenguas —inglés, alemán, holandés, francés, más adelante italiano, chino, español—, "aquí siempre se han hablado otros idiomas y ha habido medios de comunicación (periódicos, luego medios electrónicos) en una diversidad de idiomas".

 

—¿Cómo funciona entonces el inglés?

—Es el idioma común, en el que se realizan las transacciones y comunicaciones públicas. Algunos estados sí han declarado el inglés como idioma oficial: recordemos que esta nación es realmente una federación de estados que se han unido, tienen un gobierno común y también independencia legal en muchos casos para pasar leyes estatales.

Para ella también está presente la cuestión nacionalista del excepcionalismo estadounidense, "que usa el tema del idioma como munición para propagar sus ideas o atacar a los inmigrantes que hablen otras lenguas". Aprender el idioma, además, "se ve como parte de la integración necesaria, pero muchas veces se trata de una manipulación política: hoy en día la inmensa mayoría de los inmigrantes sí aprende el idioma y, por supuesto, las siguientes generaciones ya lo usan como lengua nativa".