Estadounidismo no es espanglish
William Márquez, BBC MundoDe cualquier manera que se mire, Estados Unidos es un país bilingüe donde el español es la segunda lengua más hablada, tanto por la creciente comunidad latina como por angloparlantes que lo aprenden cada vez con más frecuencia.Las oficinas del gobierno federal, estatal y local, además de las empresas del sector privado, estimulan la inclusión de documentos, comunicados, panfletos y otros textos traducidos al español.Todas estas traducciones de carácter oficial deben hacerse en un español correcto, claro y que exprese de una manera ágil y precisa los conceptos e idiosincrasias de la sociedad estadounidense.Es así que nuevas formas y usos del idioma han surgido en lo que la Real de la Academia Española (RAE) acepta ahora como estadounidismos. Es un español, según varios académicos, que va a trazar el camino del español del futuro.Se advierte, sin embargo, que no debe confundirse con el espanglish, el híbrido que surge de manera espontánea en el vulgo que está en contacto con ambas lenguas.Un idioma para veintidós paísesEn Estados Unidos el español se encuentra en todos los ámbitos y rincones. Se habla casi exclusivamente en ciertas zonas de algunas de las principales ciudades, se transmite por grandes cadenas de televisión y estaciones de radio, se enseña en diferentes instancias y tiene un cierto grado de aceptación entre la población angloparlante.Decretos presidenciales a partir de los años '90 estipulan que cuando hay un cierto porcentaje de hablantes de otra lengua en la nómina de una compañía, se tienen que traducir todos los escritos y comunicados que atañen a los empleados de esa lengua, como los temas de contratos, derechos y deberes del trabajador, código de ética y demás documentos.La empresa privada, por su parte, si quiere atraer clientes hispanos y ampliar su alcance, tiene que ofrecer versiones en español de sus folletos, su publicidad y sus catálogos de servicios y mercancía.Le corresponde a la Academia Norteamericana de la Lengua Española, ANLE, determinar el español que es correcto en todos estos documentos producidos en Estados Unidos recogiendo como propios aquellos términos que han alcanzado un nivel de uso «culto», un registro formal.La cuestión, sin embargo, es que los latinos que llegan a EE.UU. provienen de 22 países en la región, cada uno con una diversidad de expresiones según el país de donde provengan: mexicanismos, argentinismos, colombianismos, etc.Leticia Molinero, académica numeraria de la ANLE, le dijo a BBC Mundo que esas diferencias idiomáticas no se deben considerar errores respecto de un supuesto español ideal que no existe.«Cada país tiene su propia historia y su propia evolución así que ellos van a tener sus preferencias con el uso de ciertas palabras».Nuevo significadoPero, así como unos dicen bus, autobús, ómnibus o camión para referirse al colectivo de transporte público y otros le dicen auto, coche o carro al vehículo de uso privado, Molinero señala que el inmigrante llega a EE.UU. y se encuentra con un volumen de español que se ha estado gestando en el país de acuerdo con la capacidad de comunicación del español.«Aquí, el registro formal es automóvil», expresó. «Porque ya hay un español formal que se utiliza amplia y correctamente según las convenciones a las que se han llegado».El objetivo de la ANLE es encontrar las variantes que permitan comunicar con la gran diversidad de hispanoparlantes en Estados Unidos.No es que necesariamente se haya creado una nueva palabra, son las que se usan de manera diferente en el español general y que en este país se les da un nuevo significado.«Por ejemplo, no vamos a utilizar la palabra aseguranza porque aquí se dice seguro», explicó la académica. De la misma manera, la palabra «cobertura» remplaza los «riesgos» en una póliza de seguros y «beneficios» remplaza a «prestaciones sociales» en lo pertinente a temas de bienestar social. «Son palabras muy comunes en el español que aquí adquieren otro significado», resaltó.Política, economía y culturaNo obstante, el español de Estados Unidos ha tenido que evolucionar rápidamente para ajustarse a las expresiones que surgen de realidades políticas, económicas y sociales del país y que, por la fuerza misma de la comunicación, tienen que encontrar una expresión en la lengua.Por ejemplo, en el ámbito de la salud pública -un tema político candente- se aborda constantemente el asunto de cuánto y por qué se paga por un servicio médico, cuándo se paga y quién o entre quiénes se paga. Ese caso ha generado las palabras «condición preexistente», «prepago» y «copago», antes consideradas malas traducciones del inglés.«Esas palabras no están mal», sostuvo Leticia Molinero. «Tienen componentes aceptables en español, sólo que no había precedentes para eso».Lo mismo sucede con la palabra «empoderamiento», muy utilizada por las ONG en el campo social donde se fomenta una política para mejorar la situación de la mujer y otros grupos desfavorecidos. Esa palabra no está en el Diccionario de la RAE pero la gente la entiende enseguida y la ANLE la acepta como estadounidismo, la recoge y la propone.El significado variable de algunas palabras pueden crear situaciones difíciles o polémicas. Sucedió con «trillón» que en español es un uno seguido de 18 ceros pero en Estados Unidos está seguido de 12 ceros. Lo que en español se dice «billón».Es una diferencia abismal en términos numéricos pero, cuando se está discutiendo la economía de EE.UU., donde los «trillones» van y vienen, son muy pocos los que no quedarían confundidos si se tradujeran como «billones».«Nos quedó muy difícil aceptar el calco de trillón porque rompíamos un poco la unidad de la lengua», reconoció Leticia Molinero. «Pero, en un plenario de la ANLE se planteó la necesidad de calcar porque sería contra intuitivo explicar que aquí se dice así y allá asá».La académica explica que la palabra «trillón» (con los 12 ceros) queda para uso iinterno de EE.UU. Hay varios países que han optado por referirse a «la deuda americana de trillones» por la importancia del país y la globalización.Estadounidismo vs. espanglishEl uso de otras palabras, sin embargo, no están sujetas a las fuerzas políticas y financieras sino culturales y se vuelven tabú.Es el caso de «gordo», que en Estados Unidos tiene un significado peyorativo. Así que, en ese país, una persona con depósitos adiposos excesivos no es gorda sino que tiene «sobrepeso».El hispano que llega a EE.UU. no solo tiene que aprender esas palabras nuevas sino asimilar cambios de perspectiva social. «La lengua es una forma de asimilar cultura, porque aprenden conceptos que no traían de sus países».Leticia Molinero recalca que esta evolución del español estadounidense no es espanglish, como algunos suponen. Eso, dice, no es un idioma sino una mezcla que le resulta fácil a la persona que está en contacto con el inglés y el español.«El espanglish va a coexistir con el español en Estados Unidos», afirmó. «Pero no le ofrece al hispanoparlante ninguna ventaja comparada con la que ofrece un buen dominio del español».Por su fuerza y dinamismo, el español en Estados Unidos va a cambiar el idioma. Lo está consolidando y democratizando. «No pedimos que nadie pierda lo suyo», concluyó Molinero. «Pero es un español para todos que no da preferencias al uno o al otro. En caso de dudas vamos a usar la palabra más general».