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Fernando Vallejo: «El DRAE es
acientífico, monárquico y clerical»

27/08/2013

Carmen Sigenza, Agencia EFEEl autor de La virgen de los sicarios (1990) acaba de publicar en América y España su último libro, Peroratas (Alfaguara) donde se refiere a la lengua española, el amor a los animales, la religión, los políticos y el futuro del libro. Sus libros están allá pese a que el escritor dijo que no volvería a España mientras que el Gobierno pidiera la visa a los colombianos. Ahora, el conservador Gobierno español ha decidido que solicitará en septiembre a la Comisión Europea eliminar los visados para los ciudadanos de Colombia, una medida que a Fernando Vallejo (Medellín, 1942) le da ya igual.«España devastó en los tres siglos largos de la colonia para llevarse el oro y la plata —argumenta el autor que vive en México desde 1971—. Sometió a los aborígenes de estas tierras y a los negros que trajo de África para sumarlos como esclavos. Eso era acaso una patria», se pregunta. «Cuando estalló la independencia, al abrigo de la invasión napoleónica de la península, los españoles se fueron con lo que pudieron y san se acabó el asunto, dejándonos en pago un espíritu burocrático de tinterillos públicos y la plaga del cristianismo. Así que al diablo con el cuento de la madre patria. España no es patria nuestra ni nunca ha sido», sostiene el escritor. Pero, Vallejo, un furioso de la palabra a la que siempre pone contra las cuerdas en sus novela, como en sus ensayos, por encima de todo dice detestar todas las patrias. «Como decía mi mamá (sin que me quedara claro que quería decir con eso) al que no quiere caldo se le dan dos tazas y a falta de una patria tengo dos: Colombia y México, y como mexicano no tengo que sacar el famoso 'visado', como dicen ustedes, o 'visa', como decimos aquí en América», dice el autor de La virgen de los sicarios. Este escritor que hace magia con las palabras en sus novelas asegura que no ha vuelto a España por cumplir su promesa, «una cuestión muy vieja, empolvada y olvidada, tanto de este lado del Atlántico como del otro: la del terrorífico honor español, el del teatro del Siglo de Oro». «Que es lo que no tienen —continúa— los otros seis que firmaron conmigo la carta a los gobiernos de Aznar y Rajoy diciendo que no volveríamos a la madre patria si nos ponían la visa, pero que fueron volviendo uno a uno». Vallejo se refiere por este orden a Álvaro Mutis, Darío Jaramillo, Fernando Botero, García Márquez, Willam Ospina y Héctor Abad. En el libro que acaba de aparecer en España y América, Peroratas, donde reúne sus conferencias y ensayos, el autor de Años de indulgencia plasma su profundo amor por el castellano. Y deja claro dos de sus mandamientos. Uno, «no te reproduzcas que la vida es un horror e imponerla el crimen máximo», y dos, «los animales de sistema nervioso complejo, y ante todo, los que el hombre domesticó, también son nuestros prójimos». Del idioma español, Vallejo asegura en el libro que está «en bancarrota», pero en la entrevista precisa: «En bancarrota o no —dice—, el español es el de América, el de los 19 países que en él insultamos o rezamos. No el de España que desde hace mucho dejó de ser la metrópoli y hoy es una provincia anómala del idioma, cosa que no saben en España, empezando por la Real Academia, que en estos días está cumpliendo 300 años». Y en este sentido, añade que es estos años la RAE ha publicado veintidós ediciones de un diccionario «acientífico, monárquico, y clerical, que del español que se habla aquí, en esta tierras, no sabe un carajo, y en el que llama 'americanismo'a las palabras y giros propios del español americano». «Se equivocan, señorías —asevera—. De lo que tienen que hablar ustedes es de 'españolismos', porque ustedes son un solo país frente a los diecinueve y no suman sino cuarenta y tanto millones frente a más de trescientos». De su amor a lo animales, sostiene que «la educación en la infame religión de Cristo nos pone una venda en los ojos que nos impide ver a los animales como nuestros prójimos». Y del Papa Francisco opina que no cree que obre ningún cambio en el mundo. «Qué cambio va a poder provocar ese pobre diablo que no sabe ni latín. Sabrá decir 'patata' en italiano...O sea 'papas', que es como decimos nosotros en América. Nosotros, los dueños del idioma», atiza Vallejo, quien también rescata al filólogo colombiano Rufino José Cuervo, a quien admira por ese amor por el castellano.