Flexibilidad mental, el efecto mágico del latín
Juana Libedinsky, La NaciónLos conocimientos de latín de esta redactora no van mucho más allá de los nombres aprendidos durante la niñez viendo Ben-Hur en Sábados de Superacción, reforzados luego por Gladiador, con Rusell Crowe en túnica corta.Sin embargo, parecería tener un imán para gente que se queja de un annus horribilis, comenta ante un vestido espantoso que de gustibus non est disputandum, o que, aunque se graduó summa cum laude, si vuelca la copa de vino se niega a hacer el mea culpa. Sin embargo, nil desperandum. Hay libros al rescate.Todo empezó dos navidades atrás, cuando el libro menos esperado fue best seller. Algunos lo atribuyen al título: Amo, Amas, Amat? and all that. How to become a latin lover, que puede ser entendido como una guía para convertirse en un latin lover, conocida ambición de varios gélidos británicos.Aunque, decepcionados, estos lectores luego se hayan dado cuenta de que se trataba de una guía para volverse un amante, pero del latín, esto no implica que el libro no sea divertido. Su autor, Harry Mount, incluso arranca con un detallado estudio del significado de los tatuajes en la lengua de Ovidio que lleva David Beckham. Pero, detrás del humor, Mount lamenta que el latín desaparezca de los colegios, dado que es una mirada al pasado que permite una visión más completa del presente, y sostiene que traducir al o del latín otorga una flexibilidad mental única.Convertido en polémica por los comentarios furibundos de quienes preferían que sus hijos estudiaran chino o más computación, el libro inauguró una tendencia.Hoy es fácil encontrar títulos, como Latín para el siglo XXI, que aclara términos, como aeropuerto (portus aeris) o coquetear online (osculari in linea), e incluso cómo insultar, maltratar e insinuar en latín clásico, un libro para "difamar, demoler y maldecir", pero "como Cicerón, Ovidio y Cátulo".