García de la Concha: Defender el español en las zonas bilingües
ABC―La RAE acaba de votar a Inés Fernández Ordóñez y sigue siendo noticia que se incorpora una mujer. ¿Cómo lo valora?―La Academia necesitaba un eminente filólogo e Inés es una figura relevante en la historia de la lengua española, en sus orígenes y en Alfonso X el Sabio. Que en este caso sea una mujer es una satisfacción. Está muy claro que la Academia debe ir incrementando el número de mujeres. Yo disfruté mucho leyendo cosas pintorescas sobre la RAE, como que somos misóginos. En las Academias, por fuerza de la costumbre, había más hombres, como ocurrió en otros campos de la sociedad. Pero en las universidades, o en la judicatura, por ejemplo, la incorporación de la mujer ha ocurrido mucho más rápido. Nosotros no somos partidarios de la cuota, pero sí hay muchos académicos convencidos de hacer un esfuerzo que refleje el protagonismo de la mujer en España.―Pronto habrá en la Academia una militar o una jurista o una arquitecto...―Naturalmente.―Está de moda el valor económico de la lengua. ¿Qué le parece?―Se pone demasiado énfasis en lo cuantitativo, que si en EE.UU. habrá tantos millones de hablantes, o cuántos estudiantes de español como lengua extranjera existen, donde se manejan cifras demasiado alegres. A mí me importa más lo cualitativo que lo cuantitativo.Los 40 millones de hispanohablantes de EE.UU., ¿serán bilingües, abandonarán la lengua materna?―¿Entonces?―Qué valor tiene el español en el campo de la ciencia, o cuál es su peso como lenguaje diplomático, qué valor le dan en los organismos internacionales. Mire, de eso se habla menos y es muy importante. Porque lo que se juega el español en estos momentos es su confirmación como segunda lengua de comunicación internacional de occidente. Pero, ¿qué valor real tiene en la UE, donde se cuantifica sólo por el número de hablantes europeos, dejando de lado a los hablantes americanos, que son el 90 por ciento? La cantidad no lo es todo.―¿Y dentro de España? ¿Cómo cuidamos nuestra lengua?―La Academia tiene una posición clarísima. Lo que la Constitución declara en su artículo 3 es nuestro programa: «El castellano es la lengua española oficial del Estado. Todos los españoles tienen el deber de conocerla y el derecho a usarla». Y las otras lenguas serán oficiales según sus Estatutos. El tercer punto es importante: las lenguas son un patrimonio que hay que proteger. Esto nos lleva a un programa de patriotismo constitucional. Y consiste en hacer verdadero el bibligüismo en las regiones donde conviven dos lenguas. Pero no sólo es cuestión de que todo el mundo pueda hablar las dos, sino de que todo el mundo debe expresarse por escrito en ambas. Y leerlas. Hay que fomentar lectura y escritura en una y otra. Y tiene mucho que ver con el futuro que nos jugamos fuera de nuestras fronteras.―Seríamos poco creíbles en la defensa del español si no nos lo tomamos en serio en España.―Exactamente.―La crisis es también la de todos los hablantes. ¿Cómo la sufre la Academia?―En los presupuestos. Sólo nos han congelado la subvención. Tuvimos un problema con el presupuesto del DH, que quedaba reducido a una décima parte, pero una gestión directa con el presidente del Gobierno lo arregló. Por otro lado, los rendimientos de la Fundación Pro RAE han descendido como todos los rendimientos dinerarios de las familias con la crisis. Han bajado también las rentas de venta editorial, porque es que estamos a final de un ciclo. Además, nosotros, desde que hacemos una política panhispánica, repartimos los beneficios editoriales «ex aequo». Cada Academia recibe la misma parte. Aunque eso recorta nuestros ingresos, es lo más importante que estamos haciendo. Por demás, la crisis también nos afecta porque los patrocinios se vuelven más difíciles de conseguir.―¿Cuál es la mejor palabra para estos tiempos? ¿es la paciencia?―Puede, pero también estirar el dinero y apretarse el cinturón. Hay que trabajar más y devanarse los sesos.―Lo más importante es la unidad.―Menéndez Pidal lo atisbó, pero lo expresó Dámaso Alonso en el 2º Congreso de las Academias de Madrid: «Limpia, fija y da esplendor» responde a las ideas lingüísticas del XVIII, pero hoy el problema del español es la unidad. Tenemos que buscar a alguien que nos sepa diseñar un nuevo emblema que hable de la unidad. Don Dámaso lo dijo en 1956 y subrayó: sacrifiquemos el purismo en aras de la unidad. Eso se hizo realidad en los estatutos del 1993, al decir que RAE tiene por misión principal velar porque los cambios no quiebren la unidad de la lengua. Nuestro trabajo, intenso en estos últimos años, laborioso y fuerte, no ha sido difícil, porque los acuerdos llevan tiempo pero se ha logrado el necesario espíritu de consenso.―No es tiempo de escudos, no irán a encargar uno nuevo...―No. Pero el espíritu, de 1956.